Hay gente con varias prioridades, algunos van al nivel de dar lo que sea por simplemente salir adelante.
Dream, Ink y Blue fueron 3 estudiantes que quedaron a la intemperie. Todo lo que tendrán que hacer, es sobrevivir. La pregunta sería, ¿a qué ni...
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Permanecieron en silencio, era evidente que no hablaban por confusión sino por seguridad. Estaban dispuestas a cederle el control total de sus vidas a Gaster. No es como que tuvieran otra opción.
De todas formas, es agradable contar con alguien que cuide tus espaldas. Además, ambas partes salían ganadoras de alguna manera.
Específicamente, Blue fue quien más se relajó al tener este trato. Era un tremendo peso pensar sobre Fell. Demasiada presión el instituto y el hecho de hacer dinero en este lugar como para pensar en qué hacer con él.
Dado por terminada la plática, Gaster se echó para atrás relajado. -Eso es todo, retírense- Ordenó para luego prender un cigarro. Las tres obedecieron al jefe. Nuevamente se encontraban en esos pisos.
Las chicas seguían perplejas ante todo lo sucedido. Jamás pensarían que su jefe las ayudaría o que estaría de su lado. Bueno, en realidad no lo está, solamente lo hace por dinero pero que va. -Vaya que eso fue nuevo- Confesó Ink tratando de calmar el ambiente.
Dream suspiró. -Tienes razón- En eso, fijó su mirada en Blue. -Relájate, al menos tendremos una preocupación menos. Él nos ayudará- Mencionó tratando de reconfortar a la azulada. -Lo sé pero igual no hay que bajar la guardia- Puso firmeza. -Debemos cuidarnos por nuestra cuenta también- Las otras dos asintieron.
Ink se cruzó de brazos. -En eso tienes razón- Miraba con disgusto al lugar. -Tenemos que marcar territorio si estaremos aquí lo que resta de nuestras vidas- Comentó insinuando de nuevo su propuesta de conseguir clientes. Entre las tres intercambiaron miradas.
Odiaban admitirlo, pero debían hacer su negocio.
[...]
Ink gruñía. -Hagamos conteo- Ordenaba mientras se encontraban fuera del establecimiento. Parecía que ya terminaron con su turno y estaban en su ritual de conteo.
Jamás se sentían tan asqueadas y avergonzadas.
Ninguna presentación escolar te prepara para lidiar con señores puercos. Sentían una vergüenza hablarles y hacerse la interesante con ellos. Después de todo, ellos serán tus clientes.
No solo la conversación era incómoda, sino también el saciar sus sueños retorcidos si es que querías algo de dinero.
Les provocaba arcadas saber que en algún futuro compartirían la misma cama.
