Capítulo 44

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Lovely Walker.

Sólo firma.

—¿Cuando recibió esto? —pregunta el hombre de acento ruso y cabello rubio.

—Cuando entré a mi cubículo estaba allí, muy temprano. No tengo idea a qué hora fue —le soy sincera mientras tengo los brazos detrás de mi espalda.

Le entregué coordenadas de misión, y es suicida, pero necesito que me lleven. Saber qué diablos sucede allí. Me infiltraré en la misión como una civil más.

—¿Sabes que si te atrapa, estarás muerta?

«¿Más?»

—¿Usted quiere un acuerdo, no?

—Sí.

Camino y me siento en la silla pidiendo permiso con los ojos, me lo otorga asintiendo.

—Yo quiero saber qué quiere conmigo, es personal y creo que usted y yo podemos darnos lo que queremos mutuamente —lo intento persuadir aunque tiene cara de sargento mal pagado. Sé que le gusta mirarme—. ¿Qué le parece? Yo voy a sacar información poniendo mi pellejo en juego pero... a cambio necesito algo.

—¿Algo...? —enarca la ceja.

—Antes... —le pido que se acerque y le susurro en el oído—, quite el audio.

Acepta dudoso y me relajo.

Sonrío para mis adentros y le cuento todo lo que tiene que saber, a mi conveniencia. También sobre lo qué hay en juego. Él sólo se queda ido y asintiendo repetidas veces cuando le cuento las cosas.

El corazón me retumba al sentir su atención y la emoción de mis palabras que se reflejan en sus ojos cuando sonríe con ironía y asiente.

—¿Entonces? —hago changuitos debajo de la mesa.

—Es un trato —se levanta y yo lo copio. Extiende la mano estrechándola.

—Gracias, Ministro.

—Dime Agust —simplifica. Suspira—. Me sorprende que una niña tenga tus agallas, pero, espero que sepas que una vez dado ese paso, ya no podrás volver.

El pecho me revienta.

—No se preocupe, no es lo que quiero —sonrío y comienzo a sentir la cara caliente.

—Consigue lo que te pedí y dalo por hecho

Sin más salgo de la oficina. Quito el anillo de bodas o lo que sea y lo meto dentro de la bolsa de mi falda. Tengo clases que atender, y sé que no pueden saber qué estamos casados, lo cual a mí me viene como anillo al dedo ahora. El dolor punzo cortante me hace sentir mal, porque duele, en serio me duele.

Voy a mi clase favorita siendo la primera en llegar y al menos él aún no está. Tengo en mi piel su loción y el olor a ron. Ya no huele a tabaco, ahora sólo a loción y raramente a licor. Al menos no como antes.

Paso mis dedos por el labio inferior, evocando las mordidas y chupos que le dió hace un momento, sus gemidos y jadeos diciendo mi nombre. Esa maldita sensación de que no me importa si él está conmigo creo que me consume, me está consumiendo, y no me molesta, pero me ciega.

—Hechicera —esa voz irrumpe mis pensamientos húmedos—. Creo que me cobraré los gemidos —se acerca a mi mesa.

—Te entregué el informe —frunzo el ceño confunda. Este maldito.

—Sí, pero no me has entregado la playlist. —entreabre los labios acercándose. Me quedo quieta preparándome para darle un maldito golpe—. Esperare al fin de semana, no estaré en la ciudad unos días, y espero que no me extrañes.

𝓝𝓮𝓰𝓪𝓬𝓲ó𝓷 3(+21) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora