Capítulo 34

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Lovely Walker.

¿Te quiero?

Los días se sienten de la mierda. No he podido estar tranquila. Me despierto gritando. Elton aparece de la nada en mi habitación a inyectarme. No he vuelto a hablar de lo sucedido con mi cuello uterino, simplemente estamos conviviendo, no hago preguntas. Sólo me escabullo de repente por algunas cosas que han saltado mi interés como la mafia calavera.

La cena se ha pospuesto para los siguientes días porque Aragon está trabajando con el dragón, y Elton porque no salen del despacho.

Nadie me habla y yo tampoco, prefiero ocuparme en arreglar un trabajo que enviaron antes de entrar a la plataforma de la central. Sólo hay malas noticias y proyectos que se escogen para comenzar con el pie derecho.

Como siempre me siento mal, y Elton viene a checarme, me hace una ecografía diciendo que todo está mejorando. Me cubro cuando veo pasar al hombre que está inquieto.

—¿Cómo está? —pregunta él.

—Mucho mejor —responde Elton.

Huele bien, trae uniforme de la mafia, y yo me deleito con su aspecto fornido. Camina y se sienta a mí lado.

—¿Vas a explicarme por qué tu demencia? —alza mi barbilla y me pierdo en sus bellos ojos que irradian fuego.

—No —respondo—, no sé qué sucede. Sólo no quiero que mi familia corra peligro.

Asiente. Elton se aleja al ver la tensión.

—Te hice un té y también un poco de galletas, no has comido bien —acaricia mi mejilla—. Necesito que no estés irrumpiendo y husmeando mi trabajo.

Asiento porque obviamente no le haré caso pero tiene que saberlo.

—¿Sabes porque Vanessa no ha venido? —pregunto y Elton se endereza—. No me responde y tampoco Ostin, sólo me llamó pero ahora me ignora.

—Está en una misión —dice a secas—. No puede hablar, y el otro no sé quién es.

No lo contradigo porque ese es un trabajo de campo para ellos, un entrenamiento previo para que estén preparados. Y, bueno, es obvio que no sabe quién es Ostin. No le interesa.

—¿Puedes venir después del trabajo? —tomo su antebrazo antes de que se marche.

Me quita el agarré y asiente. Se marchan y yo me quedo en mi sitio. Paso el día leyendo, bajo a la cocina topándome con Odelia que está dándole instrucciones a la niñera de Eliot. Busco el vino más cercano y lo abro empujándome la botella apreciando cómo vuelvo a respirar.

Aragon y Elton están en el despacho con Ellie y creo que Ostin pero no han salido. No sé qué pasa, ya ni siquiera parecen mis amigos, ahora sólo veo a Rome en el patio viendo la construcción de la piscina y también a unos obreros mientras el día está de la mierda.

—¿Necesita algo, joven? —pregunta Claudia. La niñera.

—No, estoy bien. —bebo del vino—. ¿Te ha costado este pequeño? —arrugo la nariz hacia él ganándome una sonrisa. Me extiende las manos llamándome.

Dejo la botella en el mármol que adorna la cocina, es muy similar al otro, pero este es entre blanco y escarlata. La cocina es completamente blanca, la estufa gris, al igual que el lava vajillas, y el refrigerador que tiene un cristal enorme de puertas que deja ver la despensa perfectamente acomodada.

—¿Quién es el bebé más lindo? —le hago cosquillas despertando las carcajadas más tiernas del mundo.

—Su bebé es muy adorable, y se ve que ama a sus padres —se me desfigura el rostro—, el señor siempre se despide de él antes de ir al trabajo, en las mañanas y a veces noches.

𝓝𝓮𝓰𝓪𝓬𝓲ó𝓷 3(+21) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora