Capítulo 53

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Lovely Walker.


Premio o castigo.

«¿Me oriné?»

Me remuevo en la cama sintiendo el viendo recorrer mi piel, paso el dorso de mis manos sobre mis ojos mientras bostezo y estiro mis piernas inmóviles... «¿pero qué...?»

Abro los ojos topándome con la versión borrosa de un hombre de casi dos metros con una fusta. Tiene unos pantalones negros, el cinturón apretando el voltaje que me marea mientras la serpiente es visible en las curvas, los tatuajes de su brazo me marean por las venas que se le marcan en el antebrazo.

—¿Que...? —me quedo sin habla cuando azota la fusta en mi vientre haciéndome gritar—. ¿Qué diablos te pasa?

—¿Creíste que no me enteraría? —vuelve a golpear y mis ojos arden.

Intento levantarme pero las cadenas de mis muñecas se contraen azotandome nuevamente a la cama.

«¿Pero qué...?»

—Si luchas terminarás desprendiendo los brazos.

Frunzo el entrecejo tratando de descubrir cuál de todas las cosas es la que descubrió.

—¡No sé de qué hablas! —grito con el corazón a reventar.

—¿Por qué mierda te subiste sobre él? —grita dándome otro azote en el vientre.

—¿Qué...?

—¡El imbécil ese de la redada! —espeta, bufando. Las fosas nasales se le espanden.

Rodea la cama y da otro azote, esta vez toma la punta de fusta arqueandola y la deja caer en mi estómago. El ardor se expande con ardor hasta mi rostro, el clitoris me palpita y no puedo averiguar qué me duele más.

Me gusta que me azote pero no cuando lo hace enojado, no se mide, la última vez me lastimó más de lo que quiso, o quizá ese era el plan.

—¡Tenía que hacerlo! —la respiración se me agita con las lágrimas quemando mi garganta—. ¡Sólo era un operativo!

Vuelve a repetir lo de la fusta y arqueo la espalda por el maldito placer que no puedo negar.

—¡Es la primera y última vez! —vuelve a hacerlo pero cayendo a mis tetas.

Me hace gritar con los ojos ardiéndome, la furia me recorre porque me está castigando, pero se supone que ya lo sabía, no entiendo su actitud.

—¡Ya lo sabías! ¿¡Por qué castigarme!?

Gruñe burlón desde su pecho. Niega con la cabeza haciendo que la piel se me erice, tira la fusta, quita el cinturón haciendo ese sonido que me hace retorcerme.

Junto mis rodillas lo más que puedo pero no pasa nada ya que no me lo permiten los agarres, tengo las piernas bañadas de fluidos.

—Porque me gusta —se sube sobre mí—, me gusta que lloriquees, y que un así seas incapaz de dejarme sin esto —desliza su mano hasta mi coño, arrancándome un gemido que no concentengo, cierro los ojos porque sé que es verdad—. Siempre estás así por mí y no sabes lo loco que me vuelve, pero eso no quiere decir que vayas a hacer lo que se te plazca la maldita gana, ¿entiendes?

Deja de tocarme y aprieto los labios cuando siento que se viene sobre mi, lame mis labios apretados y se burla, tiemblo pesa de las ganas de follarlo y la ira. Porque sé a lo que se refiere pero cuando acabe tendré el gusto de poder decirle que no, y follarmelo cuando me plazca, así como él lo ha hecho conmigo.

—¿Entiendes? —reitera con su aliento caliente sobre mi nariz.

Abro los ojos y extiendo mi sonrisa, sus ojos oscuros se suavizan y ladea la cabeza curveando la sonrisa que hace pequeños hoyuelos en la extremidad de la comisura.

𝓝𝓮𝓰𝓪𝓬𝓲ó𝓷 3(+21) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora