Capítulo 83

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Lovely Walker.

Tazas divididas.

Los golpes más fuertes de mi vida han sucedido uno tras otro, el primero fue quitarme la oportunidad de dar vida, quitarme la libertad, arrancarme el alma y matar al único amigo que tuve durante mi niñez, y ahora despedirme de pequeño con ojos verdes que me espera detrás de la puerta del apartamento de Ostin. Vine a despedirme de él antes de irme, porque el ataúd al cual le hacen honores está vacío. No quiero estar llorando en un maldito féretro vacío, y no quiero ver a Vanessa que seguramente está allí, porque probablemente no me aguante las ganas de matarla que tengo.

Suspiro acariciando una de sus camisas con un verde escandaloso y sonrío, siempre he odiado estos colores y en Ostin se veían perfectos. Tomo la foto que tiene sobre el buró con un marco de corazones que yo le hice. Somos él y yo en el karaoke.

Estos momentos jamás los recuperaré pero los viví al máximo.

—Vámonos niebla. —camino hacia la salida mientras niebla se niega a abandonar la cama, sin embargo, cuando me ve salir corre hacia mí—. También lo extraño.

Me agacho con ella y la beso mientras ronronea.

Salimos del apartamento y veo a Félix que carga a Eliot. Quito mis lentes de sol y me agacho para que Eliot me reconozca. Me pinté y corté el cabello de negro así como las cejas.

No puedo usar lentillas por una daño que ocasionó la droga en mis córneas así que, el doctor me prohibió usar tal mierda, incluso máscara de pestañas por al menos seis meses.

—¿Mami?

—Ven —extiendo los brazos mientras niebla se acuesta para que él no tenga miedo—. Soy yo.

Camina no muy convencido y lo envuelvo sintiendo que jamás podré recuperar esto, que es lo único cercano a hijos que tendré y ya renuncié a él. El pecho me arde como si una bomba de ácido estuviese colapsándole.

—¿Te vas de nue-vo, mami? —balbucea.

Me aparto de él y limpio las lágrimas para que no se de cuenta.

—Sí, mi amor.

—No quiero eso.

—No tampoco, pero, Tayler te va a cuidar.

—¿Están enojados, mami?

—No mi amor, sólo que yo me iré para siempre, ¿okay?

—¿Siempre?

—Sí —se me quiebra la voz.

«Dios, yo no quería esto»

—¿Mucho tiempo?

¿Cómo le digo a alguien que no sabe de tiempo que esta es la última vez?

—Te quiero mi niño —lo abrazo y me rodea con los brazos el cuello.

—Te quiero, mami.

Las palabras de amor son las que más me duelen, abriéndome el tórax con un sabor amargo deslizando mi garganta.

Me llevo a Eliot de la mano y bajamos para que me lleven a la central. Subo a niebla y meto la fotografía dentro de mi gabardina en lo que Eliot no deja de tomarme con fuerza el dedo anular.

—Tengo hambre —habla Eliot cuando salimos.

El portero ya no está, pero aprovecho a despedirme como protocolo de extracción a deceso de compatriota.

Nadie hace preguntas y no es necesario porque paso desapercibida entre los que van a irrumpir en menos de dos minutos el apartamento de Os. Entran y yo salgo con Félix, Coddy me espera abriendo rápidamente la puerta.

𝓝𝓮𝓰𝓪𝓬𝓲ó𝓷 3(+21) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora