Capitulo 36: Mercy.

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Había pasado casi una semana desde que Lachlan había partido, aunque había estado atareada entre remodelaciones y diseños, no podia evitar pensar en su galeno favorito, incluso en ese momento viendo la puerta de su despacho

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Había pasado casi una semana desde que Lachlan había partido, aunque había estado atareada entre remodelaciones y diseños, no podia evitar pensar en su galeno favorito, incluso en ese momento viendo la puerta de su despacho. Casi como si el destino la tentara vio pasar a una mancha de patitas blancas, nariz rosada y altiva, sorprendida apenas capto como su majestad ingresaba a la habitación de Lachlan.

Ingresando con prisa tras el minino, encontró un destello de tentación, la computadora de Lachlan se encendió de forma automática, invitándola a descubrir los secretos ocultos que la pantalla podría revelar. Sin embargo, una sensación de precaución la detuvo.

En lugar de acercarse para investigar, Lana optó por lo seguridad. Recogió a Su Majestad con ternura, cerró la puerta suavemente y se alejó, dejando atrás la oportunidad de tomar la información que tanto había deseado.

Prefirió mantenerse en la ignorancia, consciente de que la realidad podría ser más dolorosa de lo que estaba dispuesta a soportar.

Mientras Lana se retiraba, Lachlan observaba desde la seguridad de su teléfono móvil, a través de las cámaras de seguridad de su casa. Una risa maliciosa se dibujó en su rostro mientras veía a Lana tomar la decisión de alejarse. Para él, era una señal, una confirmación de que estaba completamente bajo su control.

Sin importar que hiciera, sin importar que tan podrido este, ella se quedaría. Ella era suya.

En las bulliciosas calles de Nueva York, el secretario de Lachlan conducía con determinación hacia unas bodegas abandonadas, siguiendo las instrucciones de su jefe. Llevaba consigo una tarea que solo serviría para fortalecer el poder de Lachlan sobre aquellos que se atrevían a desafiarlo.

Suspirando observo la mirada confusa que le daba Antón, su asistente y guardaespaldas, estacionando el auto en un edificio a las afueras de la ciudad.

Ingresando en el destartalado lugar recubierto por basura y plásticos, subieron a un ascensor de carga industrial. No llevo mucho tiempo para llegar al 6to piso, donde un alto hombre de apacible semblante los esperaba.

- Señor... - murmuro el sujeto mientras se acercaba

- ¿La tienes?

Alejándose los condujo a uno de los apartamentos abandonados, abriendo la puerta se encontraron a una encorvada rubia con el ceño fruncido y mirada cansada, quien estaba amarrada a una silla a un lado de la sala.

- Ja que sorpresa... - mascullo la mujer – Al parecer no fue suficiente enviarme a tus perros a perseguirme...

- Sasha, dime porque estás aquí? – pregunto Lachlan.

- Dímelo tu -rabio mientras intentaba acomodarse en su silla – la última vez que te vi estabas muy ocupado con esa maldita ramera...

Suspirando, saco un par de guantes negros y tomando un arma ofrecida por Antón ajusto con rapidez del silenciador del cañón.

- Te daré dos opciones – contesto sin inmutarse – puedo matarte aquí o puede hacerlo él... - ofreció trayendo una silla cerca a la de la mujer – será de la forma rápida o de la lenta y dolorosa, tú decides.

- No serias capaz... - jadeo la mujer apretando los dientes y evitando ver el arma en las manos del galeno – se de lo que eres capaz Lachlan, no pudiste apretar el gatillo en el pasado contra quienes mataron a tu abuela – sonrió con desprecio – no lo harás ahora, tus amenazas no me asustan

Al ver el rostro inmutable de Lachlan, como si esas palabras no significaran nada para él, como si no recordara su propio pasado e incluso como si no le importara. Sintiendo un escalofrió en su espalda murmuro con rapidez:

- Tengo demasiada información que necesitas...

- ¿Y eso sería?

- Tengo la información que Belle robo-

Una sonrisa se delineo en los labios del rubio sin poder contener una sonrisa. Estirando el brazo, vio a la mujer palidecer.

- Es verdad, tengo la información que ella tomo de los Hoffman y de las transacciones de los Seymour... tengo todo y si yo muero ten por seguro que todo saldrá a la-

Antes de que esta terminara de gritar sus amenazas una bala cruzo la frente de la mujer, dejando solo el pavor en sus ojos y una mancha sobre el plástico del suelo.

- Limpien todo – Ordeno Lachlan, mientras lanzaba el arma a los pies de la mujer.

Después de todo, ya sabía lo que necesitaba, y sobre todo podía esperar a que las pruebas contra los Hoffman aparecieran sin parecer sospechoso de la filtración. Después de todo Sasha solo era una más de los tantos perros de caza de aquella corporación que asfixiaba a los Seymour. 

Dear Villain : No me llames amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora