[No podía contar las veces que se había preguntado
"porque no a mí? ¿¿Porque... POR QUÉ??"
Había deseado obtener lo de otros, sin importar el costo, tomar robar o destruir. Ignorando las palabras de su padre, había aprendido desde pequeña que si la vida no te ofrecía lo que necesitabas debías obtenerlo por tu cuenta.
Un grave error que tuvo que pagar con años de dolor.
En el limbo no podía sentir que se arrepintiera de algo en específico, solo de una cosa. Belle.
Belle fue una familia para ella, pero ella nunca pudo ser la familia de Belle. Lana fue una mera herramienta para sus fines, un sabueso que fue entrenado para ser mortífero.
Aquella mujer la había salvado de la calle, aunque ahora apenas diferenciaba que era lo que Belle le había dado y que era lo que había ganado por si misma.
Fue su amiga, hasta que Lana puso sus ojos sobre algo que deseaba más que cualquier otra cosa, amor. El primer y doloroso amor de Lana se manifestó al ver a Belle junto a Noah Kuroba, un prestigioso abogado de alta gama de ética indiscutible y profesor de filosofía en su universidad, Belle la había dejado rondarlo como una mosca al pastel, viéndola con indiferencia; entonces Lana intento acercarse más de la cuenta y el amable profesor Kuroba la alejo fríamente.
Fue cuando noto porque Belle no le importaba que ella rondara a su prometido, fue porque sabía que aquel hombre estaba bajo sus dedos y jamás haría algo para perderla, la amaba. Algo que Lana deseaba para si misma.
Furiosa y ensimismada en no haber logrado su cometido, acuso falsamente al profesor. No es difícil adivinar como acabo todo, ella no pudo sostener la mentira por mucho y al descubrirlo la facultad quiso expulsarla, rompió el corazón de su padre y con decepción la echo de casa, pronto fue convertida en una paria en la universidad. Sin un techo, ni amigos y cada vez menos dinero.
En medio de la desesperación Belle apareció nuevamente como una luz, la perdono y le ofreció un nuevo comienzo. Belle susurro:
- ¿Que deseas?
Lana, inmadura e infantil, vio a la joven mujer parada imponentemente frente a ella. Sabía que era ella, nacida y criada para la grandeza ajena, Belle era un hacedor de reyes, una sombra que siempre crearía el matiz de luz, pero nunca seria uno. Y Lana rogo:
- Quiero ser tu... - sollozo Lana, mientras su orgullo se quebraba – quiero ser fuerte, para que ninguna persona pueda derribarme, que el mundo respete mi presencia y veneren hasta mi sombra.
Belle sonrió y acepto dárselo. Sin saberlo Lana a cambio había renunciado a su propia sombra, jamás podría vagar libre entre los márgenes. Nunca más podría estar lejos de los reflectores, después de todo nadie venera a una mera sombra.
En ese exacto momento había perdido su libertad.
Lana poco o nada supo en décadas de su madre, pero Belle la encontró y arreglando un par de asuntos la ayudo a ingresar a casa de aquella mujer que le dio la vida, le dio el trabajo de ser tutora de una pequeña joven de rizados cabellos rubios y ojos verdosos iguales a los suyos.
Katrina Renoir, era su nombre, nacida en el centro de una amorosa familia, amada por sus padres. Una pequeña que despertó un amor infinito en aquellos que la conocían, Lana no fue la excepción, adorando a su pequeña hermana, su conexión a tierra.
Un paso a la vez, Belle la ayudo a cambiarse de universidad y el patriarca de los Renoir, un buen hombre que al conocerla no la aparto al enterarse que era la primera hija de su esposa, se ofreció a pagar sus estudios y financiar su estadía en la universidad.
Todo empezaba a brillar, el camino se veía lleno de flores y rosas, cuando la noticia llego.
Su padre había muerto, un día súbito su corazón dejo de latir; Lana lo había conseguido, había destrozado el corazón de su padre, él se había enterado de la nueva vida de su hija, y la traición apretujo su corazón hasta que dejo de latir.
Podía recordar con claridad en medio de aquel caluroso verano, cuando regreso a casa junto a Belle. Al ingresar a la casa de su infancia, encontró el lugar semi vacío, cubierto en sabanas y el abogado de la familia esperándola en el despacho de su padre.
El hombre de mediana edad, había sido amigo de Arthur McCollen, al verla los ojos del sujeto se llenaron de lágrimas, mientras intentaba ser profesional y entregarle los papeles de herencia. El sujeto le entrego la carta de su padre y con dolor la abrazo
- Tu padre fue un gran hombre... - afirmo intentando que la voz no se le quebrara – tenía un gran corazón... aunque no te lo dijera... él... - bajando la mirada, se marcho del lugar.
Lana estaba destrozada, había olvidado a su padre, cuando debió rogar por perdón. Su orgullo no la dejo volver y fue tarde cuando supo que su padre la había dejado como beneficiaria de todos sus bienes, con la única condición de que no se cambiara el apellido a Renoir.
Destrozada por la noticia, Belle la abrazo y sin dejar de sostenerla, la contuvo sin decir una palabra. Fue cuando al terminarse le las lagrimas que Belle susurro:
- Nada hace mas fuerte a una persona que la perdida...
Fue cuando por primera vez comprendió las palabras de su padre.
"Nunca desees las cosas que no son tuyas..."]
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Dear Villain : No me llames amor...
RomanceEl villano no puede darte un final feliz o si? Una par de fugitivos se esconden en un pequeño y pintoresco pueblo, fingiendo ser una feliz pareja de recién casados, sin sentirse como una pareja acuerdan ser simplemente "roomies". Aunque una chispa d...