•Capitulo 3•

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Este sábado lo veía muy bien, necesitaba descansar de todo ésto.

Mi tercer día aquí en Italia y lo único que he hecho es ir a comer pizza con un grupo de chicos italianos y subirme en un ataúd con ruedas.

Bueno, es más de lo que pensé que haría al llegar aquí.

Fuí a mi gran biblioteca privada, con ganas de leer algo muy romántico.

Hoy era uno de esos días, donde solo quiero estar leyendo y comiendo galletas de chocolate.

Después de encontrar un libro que me llamo mucho la atención, fui a la cocina por las galletas.

Estaba segura de que papá había comprado.

Revisé cada estante y nada. No habían galletas, bueno. No había ni galletas ni ningún tipo de snacks.

Subí corriendo hacia la habitación de mi padre.

—Papá—toque su puerta tres veces y no obtuve ninguna respuesta—¡Papá!.

Nada.

Sin más, abrí la puerta y justo al entrar encontré a mi padre dormido en su sillón.

Él pobre estaba profundamente dormido.

Suspiré y me acerqué a él un poco para tocar su hombro.

—Papá, deberías estar en tu cama y no en el sillón—murmuro sin quitar mi mano de su hombro—Papá.

De un brinco se levantó, asustando me por completo.

—¡Que pasa Samy!—grita tocando su corazón como si se le fuera a salir del cuerpo.

—¡Me asustaste!.

—¡Tu me despertaste!.

—¡Porqué te veías incómodo ahí!.

—Bueno, aún tengo sueño—dice levantándose y sentándose en su cama—¿Necesitabas algo, mi pequeña?.

Iba a decirle, Pero su cara de cansancio me hizo pensar en todo el trabajo que tenía y lo muy egoísta de mi parte que sería mandarlo a ir a la tienda por dulces.

—Nada papá, saldré un momento y regreso—le informé, caminando a la puerta de la habitación—Tu, intenta descansar.

—Claro hija, gracias.

Salí de su habitación, directo a la mía.

No me cambié ni nada, solamente fui por mi móvil. Necesitaba usar la brújula para ver cómo llegar a la tienda más cercana.

Así que solo salí, vistiendo mi pijama y mis pantuflas de gatito.

Muy original de tu parte.

No conozco a nadie aquí, no me importa en lo absoluto que me vean así.

No entendía nada de lo que el móvil me indicaba.

¡Cómo rayos todo puede estar en italiano!.

Tratando de conservar la poca calma que tenía, cruce una calle y para mi felicidad encontré una tienda muy cerca de dónde estaba parada.

El Día En El Que Me Enamoré (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora