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Capitulo Perver*

Qué se suponía que era lo que estaba haciendo? ¿No se suponía que ese tipo de cosas estaban prohibidas entre mejores amigos? Si, y lo peor de todo es que no tenía ni un poco de voluntad para separarlo de mí.
-Yo... yo... si iba a ir, solo... tenía.... Tengo... que bañarme-
Oh perfecto, aparte de interpretar a una momia, resulta que también era tartamuda, algo que jugaba en mi contra, eso le hacía notar a él lo débil que era.
Me giró y en un dos por tres estaba siendo acorralada entre la pared y su cuerpo.
-Jos¿Qué es lo que haces? - Pregunté afligida mientras escabullía mi mirada de la suya.
-Nada- Susurró sobre mis labios.
Me quedé quieta, si algo estaba por suceder no sería yo quien iniciara, era él quien haría el primer movimiento. Y así fue, sus labios de una manera increíble atraparon a unos labios inmóviles que eran los míos.
¿Cómo hacía para que lo sintiera tan cerca de mí cuando se suponía que no estaba entregando absolutamente nada? Se podía decir que era algo mágico y más que eso.
Su cuerpo estaba totalmente acoplado al mío y debo decir que no era ni una sensación incómoda, al contrario, era un lujo y placer tenerlo tan cerca de mi cuerpo.
Sus manos estaban inquietas, presentía que necesitaba más de dos para acariciar mi cuerpo por completo y solo sonreí complacida en medio del eufórico beso que estaba creando.
Me sentía torpe, lenta al no poder llevar el mismo ritmo.
Jos estaba impaciente y pretendía hacer muchas cosas a la vez, lo peor de todo era que lo estaba logrando y comenzaba a causar cosas que jamás había pensado experimentar.
Mientras que con mis dedos temblorosos desordenaba su cabellera, el tomaba una de mis piernas y la acomodaba alrededor de su cintura para poder acariciarme en su totalidad.
Aún alguna parte de mi cuerpo seguía paralizado ante la reacción de Jos, por lo que temblaba sin explicación alguna y con los nervios de punta tomé el borde de su playera blanca ajustada para alzarla de una vez y tener su torso desnudo a mi merced.
Deslizó su labio inferior por mi garganta hasta el lado izquierdo de mi cuello y depositó un beso húmedo para luego volver a besar mis labios con la misma intensidad que lo hizo a un principio.
Sentía que me estaba ahogando, como podía lograr tanto haciendo tan poco, era algo increíble y difícil de comprender.
Sus caricias se iban volviendo cada vez más apasionadas, sensuales y lujuriosas, pero pude notar que trataba de hacer las cosas con delicadeza, le costaba trabajo, pero de todas maneras... quería tratarme como una verdadera muñeca de porcelana, con cuidado, con respeto.
Mi blusa comenzaba a subir y no emití ni una queja al respecto, ansiaba más que nada en estos momentos que volver a sentir su piel.
Tomé su rostro entre mis manos, sentía que en cualquier momento se alejaría de mi para aclarar de que las cosas no estaban bien, que se había descontrolado y solo había sido un error. No.

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Mi Mejor Amigo Entre ComillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora