El Plan de Jos llego a su final.

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Capitulo 22

Mis pies se movieron solos y emprendieron paso decidido al lugar donde Jos y la chica plástica no dejaban de babearse la cara.

- Jos... ¿Qué diablos estás haciendo? - Musité con la voz quebrada cuando toque palpe la espalda de Jos
Ambos se detuvieron enseguida y mi mejor amigo se volteó para darme la cara. Su mirada estaba seria, más que nada... desinteresada. La muchacha al notar mis ojos vidriosos sonrió y me lanzó una mirada acusadora.
-Ya puedes dejar de actuar- Sonrió mientras abrazaba a Jos por el cuello.
Agité torpemente la cabeza y miré a Jos confundida. ¿Acaso le había contado todo?
-Andy tiene razón, puedes dejar de actuar, ya lo sabe todo- Murmuró con frialdad.
Me quedé en silencio tratando de analizar con profundidad lo que Jos planeaba hacer, tratando de inferir porqué le había dicho todo, quería llegar a saber cuál era su plan. Lo peor de todo era que... yo no estaba actuando, yo estaba demostrando mis sentimientos que estaban escondidos detrás de la mentira que EL había creado. Ahora... ahora si debía actuar y hacer creer al resto de que estaba feliz por ver la reconciliación de mi mejor amigo y su perra, a la que el llamaba novia.
-Oh...- Sonreí con cinismo. -Entonces ya sabes todo.... Hmm...-
¿Qué se suponía que debía decir? ¿Felicitarlos acaso?
- ¡Felicitaciones entonces! Ya era hora de que volvieran a estar juntos- Carcajeé, lo que por dentro era un llanto desconsolador.
Ambos me miraban serios... ¡¿Qué era lo que esperaban?! La chica cambió enseguida la expresión, supuse que esperaba que mi boca atravesara el suelo y que comenzara a llorar, pero no.
-Gracias- Musitó aún serio, El
-Sí, eso.... gracias- Articuló sin mucho interés y alejó su mirada para llevar sus rojos labios al cuello de mi mejor amigo y depositar cortos, pero infinitos besos.
Suspiré y sin decir más me alejé de tal cuadro, figuré que solo estaba sobrando.
20 minutos de clases para llegar a la hora correcta a casa, quería estar lo antes posible en mi hogar para encerrarme en mi cuarto y lamentarme por haber dejado que Jos hubiese jugado de esa manera tan cruel conmigo... ¿Cómo podía? Sé que solo estaba actuando, pero... podía jurar que hace un día atrás me había besado con deseo, que había un sentimiento involucrado... que me había estado entregando algo especial en cada beso, que me había estado entregando algo especial en cada beso.

Llegué a la puerta de mi departamento con las manos temblorosas y con los ojos rebalsados en lágrimas de tanto pensar en la fría actitud que Jos había tenido conmigo.

Trataba de meter la llave correcta en la cerradura, pero ni si quiera en eso podía concentrarme.
- ¿Por qué no me esperaste? - Escuché una serena, pero sería voz detrás de mí.
Me quedé de frente a la puerta, no quería mirarlo a los ojos, ni si quiera quería verlo. ¿Acaso aguardaba a que lo hubiese estado esperando luego de que ni si quiera me prestó atención? ¿Después de que se marchó a clases sin siquiera avisarme? ¿Acaso pensaba eso?
-No pensé que me acompañarias después de que me dejaste plantada esta mañana- Susurré aún sin girar, quería entrar a casa rapido.
-Tenía que hacer cosas, lamento no habértelo comentado- Lo escuché susurrar, aún sin mayor interés.
-No te preocupes, de todas maneras... pensé que te quedarías más tiempo con tu novia, por cierto... me alegra que hayan vuelto...- Musité con la voz apagada, no tenía que haberlo dicho, hice que el nudo en mi garganta me ahogase.
- ¿Puedo pasar? - Preguntó con la misma frialdad.
¿Para qué quería tener su compañía cuando me trataba de esa manera?
-No, quiero estar sola- Musité y por fin una de las llaves entró a la perfección en la cerradura.
Sin dedicarle una muerta mirada, sin siquiera sonreírle, sin quiera decirle adiós abrí la puerta y me escabullí dentro de mi casa.
Me sentía humillada, me sentía usada y lo peor de todo me sentía infeliz, cuando siempre acababa mis problemas con tan solo una sonrisa en el rostro, un pensamiento positivo y un buen recuerdo, ahora que necesitaba uno... mi mente se encontraba en blanco.
Tiré mi mochila a lo lejos y corrí hacia mi cama para dejar caer mi cuerpo sobre ella. Tomé uno de los cojines y lo apreté con fuerzas presionándolo contra mi pecho, eso ayudaba a nada más que la fuerza se desprendiera de mi cuerpo y mis ojos se cerraran vencidos de cansancio.

-Cariño, despierta- Escuché una suave y lejana voz...

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Mi Mejor Amigo Entre ComillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora