✞ 30. Captor ✞

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Isobelle

— Shhh. — presiona su dedo índice contra su labios, sus ojos oscureciéndose, y su sonrisa para nada tranquilizadora.

Mi ojos se cierran.

Es...
Es...
...

Abel
Si, era Él.
Ese pelo platinado, Esos ojos celestes... Cristalinos.
Me duele.
Todo.

No se cuantas horas han pasado, me encuentro en unas de las torres, lo sé ya que el aire que entra por las pequeñas ventanas delgadas y alargadas que contienen, a la vez estoy en un sillón, esposada de pies y manos, la cabeza me duele horriblemente, siento que mis pies se congelan al solo tener puestas unas medias, mi cuerpo tiembla, pero mis ojos no, éstos están llenos de ira, Lo voy a matar.

Un gran estruendo se escucha en el cielo, lo que me dice que una gran tormenta está por comenzar, la noche es gélida y la nieve cae sin cesar, El sonido del viento aullando a través de las ventanas se mezcla con los latidos acelerados de mi corazón. Estoy atrapada aquí, en esta habitación oscura, esposada de pies y manos. La sensación de impotencia me consume, pero me niego a mostrar debilidad frente an Abel, quien ahora se a vuelto mi captor.

Cada fibra de mi ser anhela la libertad, pero también estoy llena de una determinación feroz para enfrentarlo. Con mis manos esposadas, mis dedos exploran en busca de alguna debilidad, mientras mi mente trabaja a toda velocidad para trazar un plan de escape. Aunque mi enojo arde con intensidad, también siento una chispa de melancolía al recordar los momentos felices que una vez compartí con Abel, antes de que todo se desmoronara.

De un momento a otro y a través de la oscuridad de la habitación, lo miro fijamente, intentando mantener la compostura a pesar del miedo que me consume. Su rostro inexpresivo y su mirada penetrante me hacen sentir como si estuviera siendo juzgada, pero me niego a ceder ante el miedo.

La tormenta que se avecina fuera refleja el conflicto interno que siento. Estoy atrapada entre el pasado y el presente, entre la rabia y el dolor. Pero con cada segundo que pasa, mi determinación se fortalece. Estoy lista para enfrentar lo que sea necesario para recuperar mi libertad, mi paz interior y poder descubrir todos los laberintos de mi cabeza.

Con cada respiración, me concentro en encontrar una salida. Mis pensamientos se vuelven más agudos, más enfocados. Mis dedos exploran las esposas con determinación, buscando cualquier signo de debilidad. Aunque mi cuerpo está atrapado, mi mente está libre, trazando un plan meticuloso para escapar de esta pesadilla.

A pesar del miedo que me embarga, una sensación de calma comienza a apoderarse de mí. Recuerdo los momentos felices que compartí con Él. Su rostro, ahora cubierto por esa máscara, me recuerda a un tiempo pasado, cuando las cosas eran más simples, más puros.

Pero el dolor y la traición se interponen entre nosotros ahora. La chispa de melancolía se desvanece rápidamente, reemplazada por una furia ardiente. No hay espacio para la duda, no hay espacio para la compasión. Solo queda la determinación de liberarme de esta prisión, de enfrentar a aquel que me ha causado este sufrimiento, aunque se que su deseo de infundir miedo en mí es solo una fachada, una forma de mantener el control en esta situación desesperada, o eso es lo que mi corazón quiere creer.

La tormenta arrecia fuera, pero dentro de mí, un fuego arde con intensidad. Estoy lista para enfrentar lo que sea necesario, para recuperar mi libertad, mi dignidad. Abel puede pensar que tiene el control, pero no sabe de lo que soy capaz.

Con cada segundo que pasa, mi resolución se fortalece. No descansaré hasta que esté libre, hasta que pueda mirar a Abel a los ojos y enfrentarlo por todo lo que me ha hecho sufrir. La noche puede ser larga y oscura, pero estoy lista para luchar hasta el amanecer.

•Desde Las Sombras•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora