El príncipe Daemon se acostó a dormir y llegó a conciliar el sueño bastante rápido. Ese día estaba realmente molesto con Viserys, su hermano le había hecho prometer que se quedaría el tiempo que quisiera en la fortaleza, que había un lugar en el consejo para él, siempre y cuando hiciera la promesa de qué, en cuanto tenga oportunidad, volvería aunque sea una luna a Runestone y cumpliría su deber con su esposa dejándola en cinta aunque sea una vez. Detestaba la idea, pero por más insolente e indomable que acostumbraba a ser, la verdad es que no tenía ganas de ser exiliado nuevamente, disfrutaba estar en King's Landing y la oferta no era para nada mala, al contrario le pedía una sola luna con la insoportable de su esposa y que la dejara en cinta, no le pedía que la acompañe en su embarazo, simplemente dejarla preñada. Y aceptó, porque era lo mejor que podía obtener.
Acostumbraba a tener el mismo sueño siempre que se encontraba molesto y/o amargado.
Caminó por los jardines y se sentó junto a Alyssa, su madre, en las bancas del lugar.
—Tu padre me contó una historia hoy —habló la mujer con una sonrisa.
—¿De qué trataba? —preguntó Daemon con cariño. Ciertamente la extrañaba mucho aunque no gozó mucho tiempo de su compañía, ya que había muerto cuando él era un niño.
—No puedo decírtelo, no aún —mencionó y procedió a dar un sorbo de su taza de té. Luego de tragar volvió a hablar—. Pero sí puedo presentarte a quién se la contó a él. Una joven más que encantadora, y escuché que es muy buena con la espada, quizás algún día puedas aprovechar y entrenar con ella. Yo amaba entrenar con tu padre —relató al final con voz melancólica.
—¿A quién me quieres presentar? —preguntó asombrado. Cuando tenía ese sueño, en todo el tiempo de vida que tenía, sólo aparecía su madre o su padre, nadie más.
—Daenys, querida, ven —llamó luego de girarse hacia atrás.
Se llevó una sorpresa gigante al ver a la joven que había aparecido. Ahí se encontraba Alicent, pero con un precioso cabello platinado y unos despampanantes ojos lilas. El asombro pareció ser mutuo, ya que la joven lo miraba con la boca abierta y el ceño levemente fruncido, la vio parpadear un par de veces, creyendo quizás que estaba viendo mal.
—Puedes llamarme simplemente Nys —musitó sentándose frente a él.
—Es la hija de Viserra —mencionó Alyssa—, me alegra saber que escaparse con ese joven le trajo buena dicha a mi hermana y no una vida corta y horrible.
—Pensé que ella había muerto.
—Bueno, es que es un secreto que se dejó guardado mi padre, tanto como se quiso deshacer de Saera por su conducta es como lo hizo con ella. Y le salió igual de mal. Pero eso ya no importa. Los dejaré para que se conozcan —cambio de tema mientras se levantaba—, no llegarás a ningún lado con la esposa que tienes, quizás tendrías que buscar otra —se atrevió a decir antes de marcharse.
—¿Qué haces aquí? —habló molesto el príncipe cuando Alyssa ya no estaba presente.
—Tu madre me obligó a estar contigo, pero no te preocupes, no tengo la más mínima intención de pasar más de un segundo en éste lugar —declaró antes de levantarse y comenzar a caminar.
Él se levantó a lo bruto y se aseguró de llegar hasta su brazo para detenerla, gracias a eso volvió a tener una daga en su cuello.
—¿Dónde aprendiste eso? —se quejó.
—Mi padre me enseñó a cuidarme de imbéciles como tú.
—Otto jamás...
—Mi padre no se llama así —renegó antes de empujarlo.
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PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGO
Fanfic[Primera Parte | en proceso] Daenys estuvo dispuesta a perder su propia identidad por un bien mayor: que la profecía que una bruja le relató en su tiempo a Maegor se cumpliera. Tomó el lugar de Alicent y pasó desapercibida hasta que Daemon llegó a...