[IX]

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Algunos días después Daemon había ido a ver al Viserys a sus aposentos.

—¿Podemos hablar? —preguntó el príncipe con una sonrisa amistosa.

—Algo quieres pedirme.

—Quizás.

—Vamos, suéltalo de una vez. Ya te conozco muy bien, sé cuándo quieres algo, aunque claro, siempre quieres algo.

—Juro que intenté ser amable ésta vez —bromeó sentándose en un sofá frente a él.

—Agradezco el intento —mencionó sonriendo, atesoraba esos momentos en los que Daemon no era un problema.

—Hace un tiempo escuché hablar sobre Rhaegon, el maldito. Busqué información, pero no hay nada. Sé que tú sabrás algo, has leído muchas más cosas que yo.

—Por supuesto que no es porque sabes que como rey tengo archivos exclusivos.

—Claro que no.

Viserys rio y suspiró. Se levantó para buscar un libro en especifico, se lo extendió, pero antes de que lo tomara, le habló:

—Ésto se queda entre nosotros, ¿entendido?

—Por supuesto —afirmó y tomó el libro.

—Busca hasta la página que hable de la muerte de Aerea Targaryen —mencionó sentado estirando sus piernas sobre una de las mesitas que había.

Daemon amaba leer tanto como amaba la espada, pero incluso así jamás se lo había visto tan ansioso por comenzar una lectura como ahora se lo veía. Pasó las hojas con rapidez, fue haciéndolo más lentamente al encontrar la palabra «Aerea Targaryen» releyó sólo por las dudas un poco de su biografía para saber que no se equivocaba de joven:

 «La princesa Aerea Targaryen fue la mayor de las hijas gemelas del príncipe Aegon Targaryen y su hermana esposa, la princesa Rhaena Targaryen. Tuvo una hermana gemela, Rhaella. Fue jinete del dragón Balerion»

A Daemon le agradaba el nombre «Aegon», pero sin dudas era un poco cansador leer los libros e intentar descifrar cuál de todos los Aegon era, en éste caso se trataba de «Aegon, el incoronado», hermano mayor del ya difunto rey Jaehaerys I, (antecesor de Viserys I).

Se detuvo también cuando leyó: «(...)éste cambio en su carácter, así como el cambio simultáneo en el carácter de su gemela Rhaella, una novicia en el Septo Estrellado, provocó rumores de que durante su tiempo en Oldtown las niñas habían sido intercambiadas».

—Pensé que ya habías leído de ella —mencionó Viserys viéndolo estancado en algunas páginas sin avanzar.

—¿Por qué hay rumores escritos aquí? —preguntó con algo dando vueltas en su cabeza—. No es normal encontrar en un registro éstas cosas.

—Lo notaste. —Viserys sonrió de lado, como si sintiera orgullo sobre eso, como si ahora estuvieran compartiendo algo en común, algo muy particular—. Son datos que no pueden confirmarse, sin embargo los maestres consideraban que eran una verdad. Sigue leyendo —le pidió con una nota de emoción.

Daemon miró a su hermano, rara vez lo veía así de ansioso y feliz, aquello era un misterio que parecía disfrutar. Abandonó momentáneamente su idea sobre las gemelas intercambiadas y continuó buscando la página de su muerte. 

Al leerlo no comprendió qué es lo que le alegraba tanto al rey. Volvió a leerlo frunciendo el ceño, lo hizo dos veces y levantó la mirada a Viserys que ponía una sonrisa de lado a lado.

PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora