Viserys maldijo a Rhaenyra por horas, le habló sobre cómo había deshonrado su lugar como heredera, cómo le había fallado a él quien le había depositado toda su confianza, también entre todas esas reprimendas habló de que debería desheredarla y casarla con cualquier lord de alguna casa baja que la aceptara con un crío en su vientre.
Alicent tuvo que esforzarse como nunca para apaciguar la ira de su majestad. Logró con esmero tranquilizarlo y convencerlo de seguir el plan que ella ya le había comentado a Rhaenyra.
Las horas pasaron y Otto Hightower, después de enterarse, abrió la puerta de los aposentos de la reina con fuerza. Las criadas se llevaron al pequeño Aegon cuando Lord Mano se los ordenó.
—¡¿Cómo pudiste perder tal oportunidad?! —reclamó el hombre.
Daenys sabía muy bien que Alicent jamás le alzaría la voz a su padre, pero ella estaba demasiado estresada como para seguir con aquella farsa. Si Gwayne creía en que ella podía cambiar, y Daemon consideraba que ser reina es lo que la hizo más firme, podría ser un buen momento para hacer una transición entre la vieja Alicent y su propia personalidad, o al menos algo cercano; fingir para siempre sería algo demasiado pesado.
—¡¿De qué oportunidad hablas?! Viserys estará enojado hoy, mañana, y quizás pase así una luna, pero ese hombre no le dará una mala vida a su hija jamás, porque es eso, su hija a pesar de todo. En cambio, si yo llegara a apoyar que la desherede, si yo avivara su furia, él no va a olvidarlo, y las probabilidades que en el futuro me escuche serán nulas.
A Otto eso lo dejó pasmado, desconocía a su propia hija. Desde que la vio nacer hasta unos pocos días ella siempre había sido callada y obediente, jamás le había replicado nada. Tardó un momento en digerir aquello, su mala conducta y lo que le había dicho.
—Le dejaste a Rhaenyra el camino libre al trono, aun si no podías ponerte en su contra al menos...
—Aconsejas al rey como su mano, no a la reina —mencionó con mirada fría—. Eres mi padre, pero que no se te olvide, antes de volver a hablarme con ese tono de voz, que yo soy tu reina, soy mucho más que tu hija, y tu eres un sirviente más de lo que eres mi padre.
La mano de Otto estaba por estrellarse en la mejilla de Alicent, pero antes de llegar, ella ya se había apartado.
—Sir Thorne —llamó molesta. Cuando el capa blanca abrió la puerta ante su llamado ella continuó—. Mi padre se retira ahora mismo.
Estuvo a punto de tomar la daga guardada bajo la manga de su vestido, pero logró pensarlo con claridad antes de hacerlo. Eso sí levantaría sospechas, aunque bueno, ¿quién realmente creería o hasta pensaría que la reina fue reemplazada por alguien más?
Otto bien sabía que un capa blanca jamás le permitiría ponerle ni un dedo encima a la reina, ni siquiera gritarle, eso sólo podía hacerlo a solas. Y, sin poder decir nada más, tuvo que marcharse.
• ⊱✿⊰ •
Ese misma noche. En sueños.
Daemon se sentía feliz cada vez que soñaba con Daenys, aún no tenía claro si Daenys era producto de su imaginación o quizás existía en alguna parte lejos de su alcance. En esa luna se habían visto en sueños muchas veces, aunque pocas para su propio gusto. Había logrado aprender más de ella ahora que no lo ignoraba y tenía un carácter más ameno con él. Ella creía en la magia fielmente, y quizás Daemon comenzaba a sentirse contagiado de esa idea, porque eso le hacía aferrarse a que Daenys era real.
—Escuché que eres comandante de la guardia de la ciudad —mencionó la joven mientras su flecha salía despedida para estrellarse justo en el centro de una diana.
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PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGO
Fanfiction[Primera Parte | Terminada] Daenys estuvo dispuesta a perder su propia identidad por un bien mayor: que la profecía que una bruja le relató en su tiempo a Maegor se cumpliera. Tomó el lugar de Alicent y pasó desapercibida hasta que Daemon llegó a s...