PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGO

[III]

La princesa Rhaenyra se había levantado temprano, estaba lista para empezar su día así que salió de sus aposentos.

—¿Y sir Criston Cole? —preguntó al ver a sir Erryk en su puerta.

Desde hace bastante tiempo, específicamente luego de un torneo en que él pidió su favor y ganó, el caballero se convirtió en su guardia personal. Así que no verlo ahí era extraño, y no la malentiendan, sir Erryk era parte de la guardia real, un cargo más alto que el que actualmente tenía sir Cole, sin embargo estaba ya acostumbrada a su compañía.

—Sir Cole fue llamado por la reina, por lo tanto yo cubriré su puesto hasta que él se encuentre libre.

—¿Para qué lo llamó Alicent?

—No es de mi conocimiento, mi princesa, lo siento.

Ella arrugó el entrecejo y comenzó a caminar, sir Cargyll caminó en silencio detrás suyo. Era evidente a dónde estaban yendo: a los jardines, porque seguramente ahí se encontraría Alicent y evidentemente sir Cole. ¿Para qué lo necesitaba? Mentiría si ella dijera que no sentía celos al pensar en que quizás la reina estaba interesada en aquel caballero.

Su andar se volvió más violento y tosco cuando vio a la joven reír junto al guardia mientras tenía en sus manos una rosa, ¿acaso él tuvo el descaro de dársela?

—¿Interrumpo? —preguntó alzando una ceja.

—Por supuesto que no, mi princesa —respondió Criston con una sonrisa amplia.

—Justo hablábamos de ti —mencionó la reina mientras jugaba con la rosa en sus manos—. Supongo que tu padre ya te mencionó lo de buscar un prometido, ¿no?

—Lo hizo.

—Escoger un buen partido no es nada fácil, y dado que sir Cole viajará contigo lo estaba poniendo al tanto sobre ciertos detalles que tendría que tener en consideración así te ayuda a...

—¿No deberías decirmelos a mí? —interrumpió Rhaenyra.

—Sir Cargyll, sir Cole, déjenos a solas un momento —habló la reina con suavidad.

Ambos caballeros asintieron con la cabeza y caminaron lejos de allí, guardarían suficiente distancia para darles privacidad, pero a la vez, debían tener a la reina y la princesa a la vista.

—¿Es mi impresión o sir Strong no ha dejado de ver a la reina? —habló Erryk.

Cole se giró en aquella dirección, y parecía cierto, el caballero no dejaba de ver a Alicent, casi sin parpadear.

—Iré a ver qué necesita —avisó antes de caminar hacia el Strong—. Es preciosa, pero sé muy bien que a la reina no le gustaría saber que alguien la mira fijamente por tanto tiempo, y mucho menos le agradaría al rey.

—Sir Cole, no es lo que cree. Sin dudas, tanto la reina como la princesa, son indudablemente hermosas, pero nunca fue mi intención verlas así por tal reprochable razón. Jamás había visto a la reina antes, ella es idéntica a una amiga que tenía en Harrenhal.

—¿Amiga? —preguntó con descaro al notar el tono de voz con el qué él hablaba de ella. No mantuvo una actitud rígida porque el caballero no parecía mentir.

—Tuvimos una historia de jóvenes —confesó Harwin con una risa—, aunque ambos sabíamos que estar juntos era imposible, por eso nos alejamos. Tarde demasiado en decidir que aun así quería estar con ella, perdí la oportunidad.

—¿Ya se había casado?

—Ojalá. Ella murió —musitó con pena—, fue hace menos de un año, y ahora ver a la reina que se parece tanto a ella, simplemente me descolocó. No volverá a pasar —mencionó haciendo referencia al tiempo que se pasó mirándola.