[XII]

427 53 0
                                    

Apenas había despertado del sueño, Daemon, se había escabullido hasta los aposentos de la reina, podría haber sido la oportunidad perfecta para compartir el lecho sabiendo perfectamente quiénes eran, pero había muchas noches para eso y, ahora, lo que más quería hacer era saber de ella sin más misterios.

La joven ahora podía decirle toda la verdad.

—Cuando tu madre dijo que mi padre le trajo buena dicha a mi madre no mintió —mencionó sentada junto a Daemon en la cama—. Viserra absolutamente tuvo una buena vida, la debe seguir teniendo, pero no junto a Rhaegon y mucho menos junto a mí. Jamás pregunte demasiado —admitió con una sonrisa amarga—, mi padre parecía sufrir cada vez que hablaba de ella. Lo único que sé es que terminó en la compañía de mi tía Saera en Essos, con una fortuna más que envidiable. Yo viajé con mi padre a Harrenhal cuando era una niña...

Una pequeña Daenys, de unos seis días del nombre, leía un libro sentada en la cocina mientras la cocinera (y su instructora en magia) preparaba el almuerzo para lord Strong y sus hijos.

—¿Podré reclamar un dragón algún día? —preguntó dejando el libro a un lado y acercándose a ella.

—Ninguno de tus padres tiene uno, ¿por qué te interesan? —preguntó sin mirarla, revolviendo la sopa.

—Papá no tenía uno, pero cuidaba a varios, me los describió y parecen más fascinantes de lo que los libros pueden retratar.

—Recita la profecía Daenys. De atrás para adelante.

—«El fuego y la sangre traerá de nuevo a Balerion y, junto a él, su jinete ocupará el lugar que Aegon y Maegor ocuparon. El terror negro dará su último vuelo junto al indigno, y la reina será sustituida por una sangre más densa.»

—¿Quién es esa sangre más densa? —interrumpió.

—Yo.

—¿Por qué?

Daenys suspiró y se sentó en una de las sillas.

—«Morir y nacer por la magia de la vieja Valyria»: Mi abuela murió por ir a la vieja Valyria, y mi padre nació impregnado de su magia. Esa estrofa habla de ellos, así que la siguiente soy yo. Y mi hijo ocupará al fin el lugar en el trono que le corresponde, a la vez que traerá a la vida a Balerion.

—¿Y cómo va a suceder eso?

—Hicieron que Alicent Hightower nazca con mi rostro; yo con su color de cabello y ojos. Algún día ella se casará con Viserys, en ese momento yo la reemplazaré ya que somos idénticas.

—Verás la vuelta de Balerion, pero como una Hightower. ¿Te imaginas qué pasaría si tuvieras un dragón?

—Ya entendí —respondió comenzando a cortar una verdura, lo hacía de manera torpe porque simplemente quería no pensar en el asunto.

—Continúa con la profecía... ¡Alys con cuidado! —reprendió cuando vio el líquido rojo correr entre los dedos de la niña—. Tu sangre es valiosa, no puedes dejar que cosas así pasen.

Mientras la mujer apretaba un trapo contra la herida, Daenys tenía la mirada perdida. «Es mi culpa, mi amor, lo siento. Pero te aseguro que tu destino es incluso mayor que un pequeño dragón en tu cuna» escuchó las palabras muy lejanas, hicieron eco en sus oídos hasta que simplemente volvió a la realidad. Sabía que esa no era la voz de su madre, tampoco ella hablaba así, de igual manera decidió creer que lo era. Que era algo que resonaba en su cabeza por la angustia que Viserra sentía por darle el destino que le dio, que ella podía sentirlo por alguna razón.

PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora