En el reinado de Aegon I.
Visenya estaba en sus aposentos, miraba la leña consumiéndose por el fuego.
—Permiso, mi reina. Dicen que solicita mi presencia —habló una joven mujer llamada Amara.
—Dicen que eres una bruja.
—Lo soy.
—Pruébalo.
—Sé que me hizo llamar porque desconfía sobre el príncipe Aenys. Usted no cree que su sobrino sea hijo del rey Aegon, y tiene razón. Ustedes tres son muy poco fértiles —comentó caminado hacia ella—, Aegon jamás le dará un hijo a la reina Rhaenys, ni tampoco a usted. Casi es un milagro que su hermana haya quedado encinta de uno de sus amantes. Pero a usted no le importa eso, lo que quiere es saber si puedo hacer algo para que tenga un hijo legítimo con él. Puedo hacerlo.
—Hágalo. A cualquier costo —ordenó viéndola por primera vez desde que entró.
—Si es lo que desea mi reina. Le ayudaré a concebir un hijo, uno que algún día llevará la corona que le corresponde. A cambio le pido que, para el sacrificio que se debe hacer, me permita elegir a la persona y que me la conceda.
—Como desees, me da completamente igual —respondió de manera indiferente mirando una vez más al fuego—. Si quieres matar a diez o cien personas, hazlo, pero asegurame que Aegon tendrá un hijo con su sangre.
—Se lo aseguro, mi reina, y de su descendencia será la Canción de Hielo y Fuego —mencionó con una sonrisa traviesa—. Realmente lo ama, ¿no es así?
—Tu presencia no es más necesaria aquí, ve a hacer lo que se te ordenó —habló en un tono amenazante.
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En el reinado de Maegor.
Amara, luego de convencer al rey de que lo mejor era dejar huir a una de sus esposas, se paseó por el castillo con un objetivo en claro: encontrar a la princesa Aerea, la heredera al trono hasta que Maegor tuviera un hijo propio. La niña era la hija mayor de Rhaena, tenía una gemela llamada Rhaella; la otra niña se encontraba en Oldtown.
La encontró en sus aposentos, ningún guardia se opuso a que ella entrara, aún si ellos eran conscientes que no deberían dejar pasar a nadie. La pequeña se vio asustada por la presencia de alguien que no conocía, abrazó con fuerza su muñeca de trapo y retrocedió.
—No te haré daño. Al contrario, voy a contarte un pequeño secreto que sé que te encantará —habló arrodillándose para quedar a su altura—. Nadie jamás podría asegurar que tú no eres Rhaella si tú y tu hermana dicen que así es.
—¿Por qué diría eso? —preguntó en un hilo de voz que hasta fue difícil para Amara escucharlo.
—Porque tener la vida que tiene tu hermana te haría feliz. Estarías lejos del conflicto, de los problemas, de tanto odio. No estás hecha para ésto, lo sabes bien —proclamó levantándose—. Rhaella, por otro lado, ella podría con todo.
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En el reinado de Jaehaerys I.
El rey Maegor había muerto, se lo encontró sentado en su trono, con la garganta atravesada por una de las espadas. Si él tropezó, si alguien lo empujó o si el trono lo rechazó, nadie jamás lo supo a ciencia cierta, todo fueron rumores. Surgió, entonces, un conflicto debido a que Aerea era la hija mayor del príncipe Aegon, el heredero que Maegor usurpó; sin embargo se la consideraba demasiado joven y propensa al llanto como para tomar su reclamo como fuerte. Por otro lado, Jaehaerys, su tío, parecía mucho más competente pese a que tampoco era un adulto todavía. La anterior reina consorte de Maegor, Rhaena, también madre de Aerea, proclamó que estaba a favor de que Jaehaerys se convirtiera en el nuevo rey. Él tomó aquel lugar y fue coronado en Oldtown. Aerea, luego de la coronación, lo acompañó hasta King's mientras su hermana se quedaba en Oldtown como siempre lo había hecho.
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PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGO
Fanfiction[Primera Parte | en proceso] Daenys estuvo dispuesta a perder su propia identidad por un bien mayor: que la profecía que una bruja le relató en su tiempo a Maegor se cumpliera. Tomó el lugar de Alicent y pasó desapercibida hasta que Daemon llegó a...