Capítulo 2

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El auto se detuvo frente a un enorme portón de madera gruesa, debe medir al menos tres yo, alto e imponente entre los muros de arbustos que rodean la propiedad del señor, dándole la privacidad que un líder mafioso necesita, un hogar lejos de todo y todos para hacer y deshacer a su antojo, aun así, tiene cámaras de vigilancia cada un metro, es un hogar muy vigilado y reservado.

Yo podría morir aquí y nadie se daría cuenta, nadie preguntaría.

El chofer presionó un solo botón en el tablero del auto para que el portón crujiera y nos dejara entrar, la lluvia y las nubes grises opacaban un poco la vista, pero soy capaz de ver los arbustos con bonitas formas y el laberinto cortado a la perfección, de seguro me perdería ahí dentro, debo intentar cruzarlo al menos una vez si el señor me lo permite, se lo voy a preguntar cuando averigüe en calidad de qué me trajo a esta casa ¿Seré sirvienta? ¿Puta? ¿Cocinera? ¿Jardinera? ¿Matona? Puedo aprender el rubro, aprendo rápido, haré lo que sea para que me permita quedarme.

Pero lo que capturó mi atención por completo fue la enorme casa de tres pisos que tenía frente a mí, ¿Qué casa? Esto era una mansión, enorme, pulcra e imponente, el exterior de esta parecía estar hecha de mármol, con grandes ventanales que no me permiten ver el interior, una casa que parece muy moderna, pero privada. Este hombre tiene fetiche con la privacidad.

— Ya estamos aquí, baja.

Dijo el hombre.

Es tosco, pero amable, digo... no sabe hablar, pero sus acciones son las de una persona amable.

Sin hacerlo esperar más, abrí la puerta del auto y salí seguido de él, un sujetó levantó un paraguas para ambos, llevándonos hasta el porche para refugiarnos de la lluvia, irónico cuando voy estilando agua con esta tonta sabana mojada.

La mucama ya espera con la puerta abierta para recibir al señor, el calor de la casa se escapa y me calienta los pies que llevo congelados.

El azul es peligroso... ¿Estarán azules? Me da miedo mirar.

— Entra.

Dijo el sujeto comenzando a caminar al interior.

— Pero señor... ensuciaré su piso.

— Marta — le dijo a la mucama que esperaba—. Por favor lleva a la señorita arriba, báñenla, denle algo de mi ropa mientras, necesito que le tomes las medidas para comprarle algo, no puede ir por ahí usando una sábana sucia, odio las manchas en mi piso, lo sabes — Caminando sin mirarla—. Vivirá aquí desde hoy.

— Sí señor, me ocuparé de ella.

No tuve tiempo para decirle al señor que era demasiado y que yo no lo merecía cuando la mucama me tomó por el brazo y me hizo entrar a la gran casa sin importarle que mojara o ensuciara con barro su perfecto y limpio piso, me daba una pena tremenda, porque me hizo subir hasta la tercera planta y cerró la puerta tras nosotras, dos mucamas y yo.

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora