Fui al baño y me puse el maldito tampón con manos temblorosas. Si algo le pasa a Aless por mi culpa, jamás voy a perdonármelo, y si Caesar piensa matar a golpes a todo quien se metiera entre mis piernas, pienso ya mismo inscribirme en un convento como novicia, no podría vivir sabiendo que alguien murió por culpa de mi calentura.
Regresé a la habitación en silencio para terminar de curar a mi amigo, pomadas en cada moretón, cada chupón, parches en sus mordidas, dejándolo más cubierto que sano, también le di medicina para el dolor, se recuperará pronto, se lo garantizo.
— Terminé.
Dije a Santino, dándole una nalgada a su culo, riéndome al ver su expresión de horror por mi gesto.
— Gracias — se incorporó en la cama, tomando asiento con expresión dolorosa—. Deja de comerte la cabeza, no hay nada que puedas hacer, lo hecho, hecho está, no sirve de nada que finjas normalidad, soy bueno leyendo a las personas, tus ojos te delatan, niña, nadie puede controlar al jefe, ni tú, ni yo, ni nadie.
Dijo relajado.
— ¿Por qué no estás preocupado? Es tu compañero, son amigos, follaron juntos también, tenemos algo en común con ese pobre hombre.
Comiéndome las uñas de los nervios, dejando de fingir calma cómo él, estoy que subo por las paredes, me preocupa Aless.
— Porque Caesar es así, desecha lo que no le sirve en un pestañeo, y te aseguro que tendrá a alguien ocupando su lugar mañana mismo, así es la vida aquí, uno se va y otro llega — suspiró—. Y eso no quiere decir que no vaya a extrañarlo, era un compañero muy hábil.
Metiendo ambas piernas por los agujeros de su bóxer, poniéndose de pie lentamente para subirlos por su cuerpo, haciendo una mueca de dolor por cada movimiento.
— Estás igual de preocupado que yo — dije—. De haber estado totalmente centrado, jamás en la vida me hubieras enseñado el pene.
Dije.
Abrió la boca con sorpresa, mirándose y mirándome a mí, mientras se pone rojo hasta las orejas, eso me hizo reír, que tierno, hacer eso a su edad.
— ¿P-por qué me estás mirando? Pervertida.
ESTÁS LEYENDO
TÓMAME (CORREGIDO) +21
RomanceNatasha tenía catorce años cuando su madre la vendió para sobrevivir a los crudos inviernos de Rusia junto a sus adorados hijos varones. Tres años pasaron como una pesadilla, viajando de país en país, de jefe en jefe, aprendiendo cómo ser más apetec...