Natasha. 15 años

591 37 9
                                    

Abracé mis rodillas, intentando mantener el calor, hace un frío espantoso, el lugar huele a mierda y pis, mi vestido blanco está asqueroso a estas alturas del viaje, mi cabello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abracé mis rodillas, intentando mantener el calor, hace un frío espantoso, el lugar huele a mierda y pis, mi vestido blanco está asqueroso a estas alturas del viaje, mi cabello... bueno, no recuerdo cuando fue la ultima vez que me bañé, todo lo que sé, es que estoy dentro de un container a menos quince grados de temperatura, con unas quince mujeres más, soy la menor del grupo, tengo quince años, y Mijail, mi dueño, me envió cómo castigo a algún país de Asia oriental para recuperar el dinero que perdí por haber estado indispuesta un par de días. Ese hijo de puta me explota como quiere, lo odio.

Una de las chicas mayores mencionó mi nombre en uno de los rincones, apretujada con otras tres chicas, luchando para conservar juntas el calor, no dudé en levantarme e ir hacia ellas, refugiándome del frio viento que se cuela por la puerta cerrada...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una de las chicas mayores mencionó mi nombre en uno de los rincones, apretujada con otras tres chicas, luchando para conservar juntas el calor, no dudé en levantarme e ir hacia ellas, refugiándome del frio viento que se cuela por la puerta cerrada del maldito contenedor metálico en el que Mijail nos metió cómo si fuéramos un par de cosas que no sientan frío, dolor u hambre, sé que estamos en el mar por el movimiento ondulante y el olor a sal, ya llevamos varios días aquí, se acabó el agua, queda poca comida... maldito Mijail, la mitad de nosotras llegará muerta si el viaje no acaba pronto.

La chica mayor tiene veintisiete años, me acomodó entre sus piernas y acarició mi cabello, mientras las demás se apretujan contra nosotras, me contó historias sobre sus hermanos menores, tenía una pequeña hermana de cuatro años que murió el invierno anterior a que la atraparan porque no soportó la pobreza extrema, y ella dijo que estaba feliz por eso, porque su padre también la habría vendido.

Descubrí que es Rusa, cómo yo, pueblos vecinos, lleva mucho más tiempo que yo trabajando para Mijail, este la vendió porque ya es demasiado vieja para su negocio, a él siempre le han gustado las chicas jóvenes, es un maldito cerdo.

Tres días después, llegamos al país de destino. Un día después de llegar... ella murió. Neumonía. Tenía demasiada tos, hacía frío, no comía bien, le dejaba sus raciones a las más jóvenes, fue una mujer noble y cariñosa, me hubiese gustado hacerle un funeral pequeño, pero su cuerpo se lo dieron a los perros, así no quedaban rastros de lo que hacían, muchas de nosotras no somos inscritas oficialmente, registrar nacimientos significa gastar dinero, y muchas familias no pueden darse ese lujo, la mía al menos no pudo, por lo que, nunca se sabrá qué pasó conmigo porque no existo en los registros, soy un fantasma que va de mano en mano, una moneda de cambio, un juguete del placer, el dedo que jala del gatillo, nada más.

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora