Capítulo 27

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Cuando abrí los ojos, aún era de noche en el exterior, quise moverme, pero el dolor punzante y las vendas tirantes limitaron el movimiento, por lo que me digné a levantar la cabeza y observar los daños

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Cuando abrí los ojos, aún era de noche en el exterior, quise moverme, pero el dolor punzante y las vendas tirantes limitaron el movimiento, por lo que me digné a levantar la cabeza y observar los daños.

Llevo vendado ambos brazos, la totalidad de mi muslo, el abdomen y también llevo parches en el rostro, siento algunos lugares más tirantes que otros, quizá necesité sutura, el dolor me despertó, el efecto de la anestesia ya debió terminar.

Llevé la mano a mi frente haciendo uso de toda mi fuerza, estoy agotada, tocando el paño frío ahí ubicado, junto a mi cabeza, un recipiente repleto de agua, Caesar duerme sentado a mi lado, apoyado en la pared en una posición que a simple vista se ve incómoda, y luego... un poco más atrás, a los pies de mi futón, Aless, sentado, con la cabeza colgando en una posición que probablemente su cuello le reprochará más tarde, y sobre sus muslos... Santino durmiendo en posición fetal, parece tener frío.

¿Habrá estado preocupado por mí? ¿Por qué? Demostró en más de una ocasión que ahora me odia ¿Se habrá arrepentido? ¿Quiere ser mi amigo de nuevo?

Me levanté intentando hacer el menor ruido posible, mordiéndome la lengua para no emitir quejidos mientras cojeo hacia el futón doblado en un rincón y comienzo a estirarlo, viendo con ternura a las personas que me acompañaron en mi momento de vuln...

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Me levanté intentando hacer el menor ruido posible, mordiéndome la lengua para no emitir quejidos mientras cojeo hacia el futón doblado en un rincón y comienzo a estirarlo, viendo con ternura a las personas que me acompañaron en mi momento de vulnerabilidad, acercándome a Aless, moviéndolo con delicadeza.

— Oye... despierta, Aless.

Rápidamente abrió los ojos, moviéndose tan rápido que en un pestañeo ya me tenía sujeta del brazo, con una navaja contra mi cuello, mirándome con ojos desorbitados y los dientes apretados.

No tardó en soltarme y pegarse a la pared cuando la neblina del sueño lo abandonó y se dio cuenta que fui yo quien lo había tocado.

Supongo que no debería tomar a un asesino por sorpresa, que torpeza la mía, el problema es que no estoy pensando, quiero recostarme y dormir un poco más.

— ¿Qué haces de pie? Tienes que descansar.

Me regañó.

— Recuéstense ahí, les dolerá el cuerpo mañana — Señalé el futón libre—. Me iré a la cama ahora.

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora