Natasha tenía catorce años cuando su madre la vendió para sobrevivir a los crudos inviernos de Rusia junto a sus adorados hijos varones. Tres años pasaron como una pesadilla, viajando de país en país, de jefe en jefe, aprendiendo cómo ser más apetec...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAESAR
A la mañana siguiente, me levanté un poco más entusiasmado de lo usual, anoche no pude pegar un ojo pensando en que compartiría las comidas con Natasha de nuevo, después de haberla incorporado en mi rutina diaria, cada hora de cada día, se me hizo insoportable el volver a la soledad, no quiero que las cosas sigan siendo incómodas entre nosotros, quiero escuchar su irritante voz y sus tontos temas de conversación, quiero quejarme de ellos, y quiero que me ignore y me moleste con más ganas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Levanté la cabeza de la mesa, viendo a Vitto entrar al espacio, acercándose a mí con una caja en su mano izquierda, enseñándome el interior.
— Traje lo que me pidió, pulido hoy por la mañana cómo ordenó.
Dijo Vitto.
Me agrada este sujeto, cumple todas mis tontas demandas sin cuestionarse.
Insisto, cuando uno tiene poder y dinero, puede hacer lo que se le cante el culo, y a la hora que quiera, y cómo no soy bueno con las disculpas, lo haré con gestos, como en Rusia.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Bien. Y cómo siempre, Vitto, discreción.
Cerrando la caja y guardándola en mi bolsillo, observándolo amenazante, no me conviene que mis hombres piensen que soy un marica que se arrastra tras una mujer, comprándole costosos regalos... bueno, Nat sí merece mis regalos de perdón, porque fui un idiota, pero los demás no tienen que saberlo, soy perfecto.
