Capítulo 11

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Desperté asustada, sintiendo el agua entrar por mi nariz, me incorporé de golpe, sujetando la ropa de cama a mi alrededor para cubrirme, por un segundo me sentí perdida y desorientada, soñé con Mijail y sus malditos castigos, dormí tan profundo qu...

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Desperté asustada, sintiendo el agua entrar por mi nariz, me incorporé de golpe, sujetando la ropa de cama a mi alrededor para cubrirme, por un segundo me sentí perdida y desorientada, soñé con Mijail y sus malditos castigos, dormí tan profundo que mi mente comenzó a divagar, me cuesta mucho dejar mi pasado atrás, el maldito me persigue, me respira en la nuca, no me deja disfrutar del presente, no me... no me va a dejar nunca, él lo dijo, le pertenezco, siempre le voy a pertenecer, va a llevarme un día de estos, me hará pagar lo que Caesar le hizo.

Al recordar lo que hice anoche, con quién lo hice, y fijarme bien en la persona que tengo delante, voltee rápidamente hacia el otro lado de la cama, buscando a mi acompañante, temiendo por la vida de mi amigo si Caesar lo encuentra aquí, pero no hay nadie, su espacio está vacío y frío, lo único que me recuerda que lo de anoche no fue un sueño es el intenso dolor que me recorre de pies a cabeza, sumando la horrible resaca que me cargo, obligándome a recostar la cabeza en la almohada mojada otra vez, cerrando los ojos, hasta la luz me molesta, prefiero morir para dormir por siempre que soportar esta tortura.

— Caesar me envió a ver si no te había matado, está preocupado — dijo Santino a modo de "Buenos días"—. Es mediodía, dijo que intentó despertarte al menos veinte veces, incluso te bañó, pero tú no respondiste. Pocas cosas perturban su paz, pero cree que realmente te hizo daño y él realmente no quería acostarse contigo, la culpa se lo come, faltó a su promesa contigo.

¿Daño? Pero si me trató con delicadeza, si supiera cómo me tratan los otros dueños y clientes, ni siquiera se habría cuestionado mi bienestar, sólo necesito dormir, sexo + resaca son una combinación peligrosa. Además, yo le dije muchas veces que no soy una niña, puedo tomar mis propias decisiones, tengo carácter, si quiero o no quiero hacer algo, se lo haré saber.

— No estoy muerta, pero me quiero morir, no creo que pueda salir de la cama hoy — quejándome—. Me duelen partes del cuerpo que creí que no podían dolerme...

Haciéndole pucheros haber si se compadece de mí, quiero mimos ¿Es mucho pedir? ¿Puedo pedírselo? ¿Se me permite? ¿En qué posición estoy? ¿Qué soy yo en todo esto? ¿Cuánto valgo?

— Al menos lograste tu cometido — bromeó—. ¿No querías cabalgar sobre caballos adultos? Ahora aguántate. La mafia italiana no cría perras lloronas.

— ¿Perra llorona? — levanté la cabeza ofendida—. te reto a tragarte veinticinco centímetros y luego dejar que te cojan a lo bestia, mira mi pezón — mostrándole una teta, dejando caer la ropa de cama—. ¿Ves eso? — señalando—. Es sangre, me mordió tan fuerte que me sacó sangre.

Ya ni siquiera le sorprende mi falta de inhibición, creo que él y yo vamos acostumbrándonos a la convivencia, Santino es un buen amigo, sé juzgar bien a las personas y apostaría mi teta izquierda a que puedo confiar en él.

— Vine preparado — levantando un botiquín a la altura de su rostro, sonriéndome—. Ya ni me molesto en pedir que te cubras, acabo de ver lo único que no había visto — suspiró rendido—. ¿Puedes sentarte?

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora