Capítulo 37

354 32 19
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Salí de la casa de Vincenzo en compañía de Santino aún en calidad de bulto, la cabeza se me parte, sigo ebria y los recuerdos de mí, queriendo seguir a un unicornio por la ventana siguen persiguiéndome, casi me mato, Vincenzo me atrapó de un pie y mi rostro chocó con la fachada de la casa, por lo que ahora tengo un bonito corte en la ceja, pero no todo es malo, hoy me voy a casar, por fin dejaré de fingir ser un perro más y le diré a todos que soy la mujer de Caesar Marchetti con toda la elegancia y diplomacia que la situación amerita.

— ¡Ya desperté! ¡Ya desperté, carajo!

Respirando agitada, moviendo los brazos con desesperación, esta es la tercera vez que Santino sumerge mi cabeza en la bañera llena de agua para hacerme despertar, este loco simplemente quiere matarme.

Algo va a matarme hoy, llevo tentando a la muerte desde anoche, ya van dos posibles oportunidades, la tercera no la cuento.

— ¿Despertaste? ¿Realmente despertaste?

Preguntó, apoyando ambas manos en sus caderas, observándome agotado, creo que no me tiene paciencia hoy.

Si sabe cómo soy ¿Para qué me da brownies mágicos con alcohol? Él es el adulto responsable y yo la indefensa chiquilla que dice sí a todo sin pensar en las consecuencias.

— Sí, ya estoy bien, ya deja de ahogarme.

Quitando el exceso de agua de mi cara, se supone que este debe ser un baño de tina relajante y es de todo menos eso, puede que salga traumatizada de este cuarto, casi fue mi tumba.

— Me parece bien — Sacudiendo sus manos para eliminar el agua—. La manicurista llega a las diez, la pedicurista a las doce, la chica del tratamiento de belleza a las dos — Tomando su tableta, fingiendo leer cuando ambos sabemos que está escupiendo los horarios de memoria—. El vestido lo traerán a las once junto con los tacones y la corona, la asesoría estética es a las cuatro, el peinado a las seis y el maquillaje a las siete, lo que nos da una hora para llegar a tu boda, tiempo suficiente.

Me miró.

— ¿Cómo puedes ser tan organizado? Retuve sólo la hora con la manicurista.

Observándolo sin entender.

— Porque es mi trabajo ser organizado, y como la prometida de Caesar, muñequita, tus tiempos también serán coordinados por mí. Y ahora que serás la dama de la mafia, los chicos, perros del Zar, rendirán sus respetos a ti también, estás en la punta de la pirámide alimenticia desde ahora, ellos morirían por ti, su trabajo es protegerte con su vida ahora.

— Puedo protegerme yo sola, gracias, además ¿Por qué alguien querría hacerme algo? Todos los que me odian, o la mayoría de ellos, están muertos.

Encogiéndome de hombros, tomando las burbujas y las esencias, poniendo un poco de ambos en el agua, viendo como comienza a tornarse rosa y oler a primavera, relajándome. Nada como la aromaterapia luego de casi morir por la obra y gracia de tu mejor amigo.

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora