Capítulo 38

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NATASHA

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NATASHA.

Clavé mis dedos en sus muslos mientras lo siento tensarse en mi garganta, llenándome como nunca antes lo había hecho, siendo agresivo, pero cuidadoso, caliente, pero romántico, una combinación que no creí capaz, nunca creí que el romance fuera para mí, y mírenme aquí, enamorada y húmeda por el mismo hombre.

Cómo si leyera mis pensamientos, Caesar bajó la vista hasta conectar conmigo, sonriendo con malicia mientras aprieta el agarre en mi cabello, observándome con ojos turbios, las venas en su cuello saltando a la vista, los dientes apretados, el brillo del sudor brillándole en la sien, apiadándose de mí y apartando su verga para dejarme respirar y recuperarme, tosiendo y lamiendo mis labios, probando su sabor, abriendo la boca nuevamente, delineando su glande con mi lengua, sintiéndolo temblar bajo mis atenciones, sonriendo con malicia gatuna al ver todo lo que tengo entre mis manos, el poder que tengo en mi pequeña mano, el hombre que estoy sosteniendo justo ahora.

La idea me pareció tan sexy que estiré mi mano para masturbarlo lentamente, besando su glande sin apartar la mirada, gimiendo de gusto al escucharlo soltar esos ruiditos que tanto me gustan, no hay nada cómo sus jadeos y sus gemidos graves.

Dios... si supiera como me pone cuando hace esos sonidos... si supiera como la humedad recorre mis muslos y contrae mi sexo... si tan sólo supiera.

Pero no se lo diré o su ego terminará siendo insoportablemente grande.

Caesar no soportó más juegos, sujetó mi cabeza y se hundió en mi húmeda cavidad otra vez, cerrando los ojos, dejándose llevar por el placer, hundiéndose centímetro a centímetro hasta tener mi rostro pegado a su pelvis, nunca antes llegó tan lejos, nunca se dejó llevar de esta manera en el sexo, creo que acabo de presionar un botón peligroso.

Abrió los ojos, encontrándose con mi mirada humedecida por las lágrimas, sonriéndome socarrón, viendo la dirección que toman mis dedos, estoy excitada, mis pezones erguidos y apretados por esas pinzas, mi clítoris palpitante, mi sexo chorreante... necesito correrme.

— Levanta las manos, pastelito, te voy a enseñar cómo correrte sin usas esos traviesos dedos tuyos.

Hice lo que me pidió perdiendo la batalla con la curiosidad, luchando con las arcadas, aguantando la respiración, su mano sujetó mis muñecas juntas sobre mi cabeza y la otra enredada en mi cabello, sacó su verga y empujó otra vez hasta la base, jadeando otra vez, sin apartar la vista de mi cuerpo, mi rostro, saboreando mis expresiones, empujando más rápido... más rápido... más rápido... apretando mis muñecas de forma inconsciente, dando un último empujón, dejando su verga dentro mientras se corre en gruesas descargas en mi garganta, gimiendo alto, con los dientes apretados, el rostro rojo, el sudor perlado sobre su rostro...

Tan delicioso... tan mío... tan sexy... que fui incapaz de no correrme mientras aprieto los muslos y jadeo con la boca llena de él.

Relamí mis labios para tragar lo ultimo de su sabor cuando se apartó, recibiendo sus atenciones cuan cachorro, restregándome en esa mano que acaricia mi mejilla mientras me pierdo en su expresión tensa, sigue teniendo un tic en su mandíbula, está excitado, muy excitado.

TÓMAME (CORREGIDO) +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora