CAESAR.
Bajé los escalones sintiéndome cómo un cobarde por evitarla, entrando a mi despacho, refugiándome en él, llamando a Santino mientras bebo whisky directo de la botella y me paseo por el lugar, desesperado por un poco de compañía.
— Vaya... regresaste antes de lo que mencionaste.
Comentó en cuanto invadió mi espacio, cerrando la puerta tras él.
— Mi tío dijo un montón de estupideces, así que mejor me vine a casa.
— ¿Le hablaste de Natasha?
Tomando asiento frente a mi escritorio, mirándome.
— Sí ¿Sabes lo que me dijo? Es un maldito estúpido.
— ¿Qué te deshicieras de ella, la vendieras o la mataras?
Giré el rostro, observándolo con sorpresa, la botella a medio camino de mi boca ¿Cómo es que lo sabe? Si ni siquiera estaba ahí.
— ¿Por qué tú...?
— Son las respuestas más racionales, sabes que no conservamos personas fuera de las cuatro casas, es la regla.
— Santino, si tú le pones una sola mano encima a...
— ¿Estás loco? —Se levantó de golpe, viniendo en mi dirección—. Natasha es nuestra compañera, y es mi deber cómo su amigo protegerla incluso de ti, la hiciste llorar, hombre ¿Por qué abandonas a alguien que le teme al abandono?
Robó mi botella y le dio un sorbo, extendiéndola a mí, al parecer, compartiremos.
— ¿Y si se muere, Santino? ¿Qué tan... mal está?
— No se va a morir, es mucho más resistente de lo que piensas. Tiene un poco de fiebre, pero se recuperará.
— Bien... eso es bueno... La mafia no necesita personas débiles, ella...
— Aún no sabe que tienes que casarte, cuando se entere...
— No aún.
— Estás en contra del tiempo. Ya tengo a las candidatas.
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TÓMAME (CORREGIDO) +21
RomansaNatasha tenía catorce años cuando su madre la vendió para sobrevivir a los crudos inviernos de Rusia junto a sus adorados hijos varones. Tres años pasaron como una pesadilla, viajando de país en país, de jefe en jefe, aprendiendo cómo ser más apetec...