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Después de tanto tiempo, hoy regreso a casa. No puedo esperar a ver a mi padre, a mis hermanos, ¿Cómo estarán? Solo los he visto por videollamada unas pocas veces debido a sus agendas ocupadas. Hoy los veré, apenas aterrice el avión estarán de seguro en el centro del aeropuerto... ya los imagino, porque los conozco, vestidos de traje (nunca han usado otra cosa porque dicen que no es digno de ellos), Erik quizás tenga incluso unos lentes oscuros y los mellizos quizás lleven sacos de un color beige espantoso (si lo hacen, juro que les doy clases de vestimenta), el único que siempre vestía formalmente (y adecuadamente) era Tyler... quizás será porque siguió más a detalle los pasos de mi padre. Reí solo al imaginarlos también con algún cartel de bienvenida con mi nombre escrito en el medio. Entonces llegó el momento de la verdad. Bajé del avión colgando mi pequeño bolso en el brazo y me coloqué los lentes oscuros sobre la cabeza cuando divisé, tal cual los había imaginado, a mi familia. Para mi sorpresa, Tyler llevaba un ramo de rosas rojas en su mano, el cual me extendió apenas me acerqué.
- ¡Bienvenida!
- hola, tontos
Los abracé uno por uno. Se apresuraron en enviar a los guardias por mis cosas y salimos todos del aeropuerto. Subiendo al auto comenzaron con el interrogatorio, el cual no me extrañaba en absoluto que hicieran.
- oigan, responderé con una sola respuesta porque sé a dónde va esto... no, no tengo novio, ni prometido, ni esposo, ni nadie que llame mi atención por el momento
Puedo asegurar que todos soltaron un suspiro de alivio. No sé porque, pero les aterra demasiado el solo pensar que podría enamorarme un día e irme de la casa, se han vuelto cada vez más protectores con el paso de los años.
- haremos una fiesta de bienvenida en la noche
- pero, he dicho que no quería...
- la única mujer de esta familia ha regresado a casa, es obvio que habrá una fiesta
- ¡Uff!
Rodeé los ojos y dirigí la mirada hacia la ventanilla, viendo el camino. No me agrada para nada ser el centro de atención, ya lo he vivido en el internado cuando era niña y en la Universidad estos últimos años no ha sido la excepción. Suspiré. Llegamos a la casa (la gran mansión, debo decir) y bajé enseguida. Me hizo sonreír de inmensa alegría genuina el ver a Amelia correr hacia donde yo estaba, abrazándome con todas sus fuerzas.
- ¡Mi niña, por fin! ¡Por Dios, mira cuánto has crecido!
- hola, Amelia
- promete que tu padre no te alejará ya nunca más, o le daré comida fría toda su vida
Ambas reímos por lo bajo, viendo como mi padre bajaba del auto y fingía ofenderse por ese comentario mientras entraba a la casa.
- ven, te acompaño a tu cuarto, dulce
Sonreí enganchando mi brazo con el suyo. Entramos mientras mis hermanos iban por delante y los encargados del servicio subían mis cosas al cuarto.
- quiero saber todo sobre tu vida en Londres
- no hay mucha novedad
Bufé empujando las puertas del cuarto y observando todo adentro. Todo seguía igual ¡Increíble! Mi cama tenía ese acolchado rosado tan grande que me perdía en él cuando era niña, el columpio para la lectura seguía en su rincón de siempre, junto a la biblioteca, mi tocador seguía junto al piano y mi sector de peluches seguía igual que siempre.
- si quieres cambiar algo...
- claro que no, extrañaba tanto este cuarto
Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa enseguida.
- bueno, iré a preparar algo delicioso para celebrar tu llegada, baja cuando estés lista
- claro, gracias
Se fue y yo me quedé allí, observando cada rincón del cuarto. Suspiré sonriendo. Caminé al otro extremo y abrí las puertas de cristal para salir a la terraza.
- cuanto extrañaba esta hermosa...
Miré hacia los jardines, contemplando a alguien que jamás había visto. Un hombre (aunque no parecía demasiado mayor a mí) que desconocía estaba arreglando las rosas favoritas de mi madre. Bajé rápidamente y, sin hacer caso a lo que hablaban mis hermanos en la sala, salí por la puerta trasera. Caminé hacia esos jardines, parándome a unos pocos metros del sujeto. Él me notó, lo cual hizo que dejará lo que estaba haciendo y pusiera su atención en mí.
- oh, disculpe señorita...
- Jennifer Collins
- ¡Oh, señorita Collins! Es usted, disculpe, yo...
- te pido que no me trates formalmente, odio eso
- lo siento
- ¿Eres nuevo aquí?
- si, comencé hace unos meses y...
- no te han dicho como cuidar de estas flores, ¿Verdad?
- umm... creí que...
- eran las favoritas de mi madre, y se van podando desde la raíz hacia el tallo... y se quitan las hojas secas así como los pétalos que han tocado los insectos
- si, claro, yo... lo haré enseguida, lo siento
- no te disculpes, tú eres...
- oh, si, disculpe... umm Caleb Vans
- bien, Caleb, es un placer
No me agrada parecer fría, pero esas flores son lo único que queda vivo de mamá aquí en la casa, y yo era quien las cuidaba junto a ella cuando era niña así que... sólo no quisiera que se marchitaran... sería como perder por completo su esencia y presencia en este inmenso lugar. Volví a entrar. Me dirigí a la cocina en busca de Amelia, quien estaba terminando de preparar la merienda que siempre me hacía cuando era pequeña.
- chocolate caliente, delicioso
- y tus galletas favoritas de fresa
- eres la mejor
Sonreí. Me senté a disfrutar esa delicia y ella se retiró apenas la llamó mi padre. Mi hermano Gabriel fue quien entró luego de un momento.
- ¡Vaya! También quiero irme por años si Amelia me recibe así
- eso porque soy su consentida
- por ser la única niña, tonta
- y tú un envidioso
Reímos los dos. Se sentó frente a mí en la mesa.
- ¿Cómo has estado allí?
- me quejaría solamente por la preferencia al portar el apellido Collins
- si, resulta tedioso algunas veces
- luego de eso... aprendí mucho, debo admitirlo
- ¿Qué carrera has elegido?
- pues... manejo de empresas, y en los ratos libres cumplía con materias de modelaje
- ¡Vaya! Puedes modelar entonces y representarte al mismo tiempo
- algo así
Ambos reímos divertidos al imaginarnos aquello.

The Queen (Mini Serie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora