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Después de cenar me levanté de la mesa y caminé por el jardín un rato, hasta encontrar a Caleb allí sentado sobre el césped. Me acerqué, dudando un poco porque no sabía si quisiera compañía al ver su expresión.
- ¿Puedo sentarme?
Él levantó la mirada apenas y asintió en silencio mientras miraba de nuevo al suelo. Me senté junto a él, sujetando mis piernas con mis manos. Miré un momento hacia el cielo y al ver que estaba estrellado solté un ligero suspiro.
- es una bonita noche, ¿No crees?
Pero no dijo nada. Estaba demasiado metido en sus pensamientos, como si algo lo pusiera muy triste. Me levanté unos segundos para acomodarme ahora frente a él, pensando en como romper aquel silencio en primer lugar.
- umm... gracias por lo que enviaste hoy
Y funcionó. Levantó su mirada y me miró a los ojos. Le enseñé una tímida sonrisa.
- ¿Quieres hablar?
- yo... no quiero meterla en mis problemas
- ¿Tienes problemas? Dime, puedes confiar
- es... mi hermana...
Vi como sus manos se cerraban en puños. Su mirada volvía a dirigirse hacia el suelo.
- ya no pueden cuidarla, no tengo como...
- aguarda, sé a qué va esto y voy a interrumpirte
Me miró en silencio, como si estuviera apenado o algo parecido.
- tendrás siempre esta casa, ¿Okey? Además, tú mismo has dicho que mi padre en persona te ha ofrecido que la trajeras
- es que no quiero...
- no quieres ser una molestia
Terminé su frase porque ya lo había dicho y sabía exactamente que lo diría de nuevo.
- si lo fueras, para comenzar, ni siquiera mi padre lo hubiera ofrecido, ¿De acuerdo?
- ¿En verdad crees que...?
- oye, si tu hermana es como tú, es más que obvio que a todos les caerá super bien aquí
Me levanté y extendí mi mano hacia él.
- anda, no seas tan tonto y deja ayudarte
No dijo nada. Tímidamente tomó mi mano, lo cual admito que me hizo estremecer un poco, y se paró frente a mí. Miré al frente, mi mirada llegaba justo en su pecho, por lo que alcé un poco la mirada para verlo a los ojos. Tiene unos ojos bonitos, debo decir, de un color verde con algunos destellos marrones en los bordes. Sin darnos cuenta nos perdimos en nuestras miradas. Hubo silencio, pero no de esos silencios incómodos. Cuando escuchamos a lo lejos la voz de Gabriel nos dimos cuenta de que Caleb aún sostenía mi mano, por lo que me soltó rápidamente y nos separamos.
- ah, ahí estás, enana
- ¿Qué... qué ocurre?
No pude ocultar mi nerviosismo al hablar, solo espero que mi tonto hermano no lo notara.
- te buscábamos para ver una película
- oh... umm voy enseguida
- ¿Caleb, quieres unirte?
Me estremecí y Caleb sintió igual por lo que noté.
- umm yo... me gustaría, pero... tengo algo que hacer, permiso
Puedo jurar que nadie se fue de un sitio tan rápido como lo hizo Caleb ahora mismo. Gabriel me miró como si yo tuviera una respuesta para darle.
- ya deja de verme así
- algo ocurre entre ustedes
- ya estás paranoico, anda, vamos
Entramos los dos, o más bien yo entré con Gabriel siguiéndome mientras cantaba algo como que Caleb me gustaba o que se yo, digamos que prácticamente no lo escuché.
*****
Terminando la película Darío y Erik fueron los primeros en levantarse del sofá. Francis comenzó a limpiar todo lo que estaba en la pequeña mesa y Tyler atendió enseguida una llamada en su teléfono. Yo me dispuse a darle una mano a Francis para que acabemos rápido de limpiar.
- jamás descansa del trabajo, ¿Verdad?
- ¿Tyler? No, parece un robot
- pero, ¿Por qué?
- sabes... no era así hace un tiempo atrás
- ¿Y qué ha cambiado?
- quizás... papá le ha puesto demasiada presión, le ha ofrecido trabajos diciendo que solo en él confía, y lo orgulloso que está de tener su apoyo en el trabajo
- Tyler siempre ha sido de esos que complacen a los demás a pesar de lo que él mismo sienta
No dijo nada. Terminó de limpiar y salió de la sala de cine. Me quedé observando a mi hermano mayor un poco más, viendo cómo caminaba de un lado hacia otro mientras al parecer discutía por teléfono.
- ¡Ay, hermano!
Murmuré suspirando. Busqué mi teléfono, el cual había dejado sobre el sofá, procuré apagar la pantalla y salí dirigiéndome hacia las escaleras que conducían a los dormitorios.
- señorita Jennifer
Me giré viendo cómo Caleb se acercaba.
- te he dicho que no me hables de usted
- si, lo siento... yo... umm
- ¿Qué ocurre?
- bueno... hablé con su padre... tu padre, perdona
- ¿Sobre...?
- sobre mi hermana... y... mañana mismo la traeré aquí a la casa
- eso es maravilloso
Sonreí. No pude evitar el impulso y le di un corto abrazo, alejándome apenada luego.
- lo siento... umm... tu hermana estará más que bien aquí, ya lo verás
- eso espero señ... Jennifer... bueno, iré a alistar mi cuarto para ella
- ¿Tu cuarto? Oh no, ese es tuyo, Caleb aquí sobran las habitaciones... ella tendrá su propia habitación, yo misma puedo alistarla... si quieres, claro
- ¿En verdad... haría eso?
- pues, claro que sí, me encantaría
- muchas gracias, en verdad
Volví a sonreírle y él me devolvió la misma tímida sonrisa. Ambos nos despedimos al mismo tiempo y subí las escaleras. Caminé por el corredor hasta llegar a una de las habitaciones vacías, abrí la puerta y vi que había una cama suficientemente grande con una mesa de noche al lado, un armario, un tocador con un espejo y una ventana que daba a una terraza igual que en mi habitación.
- esta será perfecta para la pequeña
Murmuré. Cerré la puerta y corrí en busca de Amelia. Le conté lo planeado y a pesar del cansancio me ayudó durante un buen rato a dejar muy bonito aquel lugar.
- ¿Crees que le guste?
- mi niña, claro que sí... tienes buena mano con estas cosas
- es algo que estudié por mi cuenta en la Universidad
- pero, has dicho que estudiaste...
- si, lo de diseño fue algo mío... cómo un pasatiempo y ya
- pues, valió la pena, querida

The Queen (Mini Serie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora