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La primera semana con aquella niña en la casa fue como lo imaginé: llena de vida. Es increíble como puede cambiar en unos días todo en una casa debido a una pequeñita de tan solo cinco años de edad.
Tal y como cada mañana me levanté temprano. Después de una ducha me vestí con un jean negro, busqué en mi armario hasta encontrar mi camisa blanca favorita y lo combiné con los tacones negros altos.
- enana, ¿Irás con nosotros?
La voz de Erik se escuchó del otro lado de la puerta de mi habitación.
- iré un poco más tarde hoy
- de acuerdo
Lo escuché alejarse y volví mi mirada hacia el espejo del tocador. Acomodé mi cabello en una cola alta y retoqué mi labial un poco. Miré la hora en el teléfono y haciendo una mueca me apresuré a salir. Bajando las escaleras encontré a esa dulce niña, o más bien ella fue quien me encontró a mí porque se posicionó enseguida frente a mí enseñándome un dibujo que había hecho.
- para ti
Me incliné hasta quedar casi a su altura y después de ver el dibujo le dediqué una tierna sonrisa.
- es muy bonito, gracias dulzura
Me dió un corto abrazo, el cual le correspondí enseguida con una tímida sonrisa. Vi a Caleb entonces, estaba saliendo de la cocina y nos miraba con una sonrisa. Me separé del brazo para ver de nuevo a esa pequeña y le acomodé un mechón de cabello detrás del oído con una mano.
- Tara, ya está el desayuno, ven
Apenas la llamó Caleb se fue corriendo con él. Me levanté lentamente y me acerqué sosteniendo el dibujo con una mano.
- ¡Buenos días!
- ¡Buenos días a ti!
Caleb sonreía viéndome, mientras intentaba al mismo tiempo llenar el tazón de cereales con leche para dárselo a su hermana. Por tal distracción consiguió solo que se derramara leche por toda la mesa. Se sonrojó en cuestión de segundos y la pequeña comenzó a reír, si, admito que tampoco pude evitar reírme.
- bueno... umm ya debo irme
- adiós Jen
- hasta luego, princesa
Le lancé un beso al aire con mi mano y salí de la cocina. Busqué mi bolso y abrigo junto a la entrada y salí subiendo al auto con el conductor que mi padre había seleccionado para mí. Suspiré al acomodarme en el asiento de atrás.
- ¿Va a la oficina, señorita?
- no, a una cafetería, ¿Recomiendas alguna?
- umm hay una muy buena, y tienen exquisitas tartas
- de acuerdo, vamos allí entonces
Guardé silencio todo el camino. Me di cuenta que no quedaba muy lejos de la oficina así que le dije a Joseph que se fuera a la casa. Entré entonces al lugar. Me quité los lentes oscuros, colocándolos sobre mi cabeza, y sonreí apenas se acercó una chica de uniforme, quien al parecer era mesera aquí. Me indicó amablemente una mesa disponible junto a la ventana que tenía vista hacia la calle y se retiró después de pedirle un café.
Darío: sé que no es tu tarea, pero ¿Podrías revisar un documento? Ya lo hice yo, pero encontré unos errores y necesito que alguien me diga si estoy en lo cierto o no
Jenna: ¿Y los demás?
Darío: también lo ha visto Gabriel, Tyler está en una reunión urgente todavía y Erik igual. Es urgente hermana, no puedo esperar
Jenna: ¡Uff! Bueno ya, envíalo a mi correo
Darío: gracias peque, ya lo envío
Dejé el teléfono apenas llegó la misma mesera con el café y encendí la computadora que acababa de sacar del bolso. En cuanto abrí aquel documento y lo leí detenidamente quedé en shock completamente. Tomé el teléfono rápidamente e hice una llamada con Darío.
Jenna: esto está muy mal..... si, lo sé, oye..... espera, llegaré pronto y lo hablaremos primero..... no, aguarda, no le vayas a decir a papá, ¿Okey? Primero..... si, lo sé, pero primero veamos juntos el documento y verificamos una vez más todo..... si, si de acuerdo, bien, espérame en mi oficina y llego enseguida.
Corté la llamada y dejé el teléfono a un lado. Tomé mi cabeza entre las manos, soltando un ligero suspiro.
- no puede ser que esto esté pasándome
Murmuré. Guardé la computadora de nuevo en el bolso. Pedí la cuenta y después de pagar salí, caminando unas cuadras hasta llegar al edificio. Darío me sorprendió en la entrada.
- ¿No ibas a esperarme en la oficina?
- no podía esperar, estaba por ir a buscarte
- ¡Uff! Ya, vamos
Subimos en el ascensor hacia la oficina. Caminamos por el corredor con las miradas de varias personas allí. Apenas entramos cerré la puerta y bajé las cortinas que impedían ver desde el exterior.
- entonces...
Mi querido hermano mayor se sentó en el sofá, abriendo sus carpetas y observando como abría aquel documento en mi laptop.
- jamás vi algo así antes
- ¿Cómo que... ya has visto...?
- sé algo de economía, hermano, he tenido compañeros que han estudiado y me han mostrado un poco
- oh...
- bien... mira...
Comencé por señalar unos números.
- si se consigue bajar estas cifras, ya no habrán pérdidas en el futuro
- pero... Jenna... eso implicaría cerrar varios clubes, cortar lazos con varios socios
- si se debe hacer, hagámoslo, de lo contrario seguirá... umm...
- la bancarrota, ¿No es así?
- exacto
- ¡Uff! A papá no le gustará saberlo
- puedo decirle si quieres, sé cómo calmarlo
- si tú lo dices
- oye, tú me pides ayuda y luego quieres ir solo a la cueva del lobo, eres un demente
- por eso soy tu hermano favorito
- si tú lo dices
Me burlé ante su carita de ángel inocente. Se dejó caer con la espalda sobre el respaldo del sofá y suspiró profundamente.
- te das cuenta de que... si no convencemos a papá de esto... estamos perdidos, ¿Verdad?
- si, bueno... será más difícil de lo que crees
- pues, suerte hermanita
Suspiré. Claramente soy yo quien hablará con papá, y si, sé que se lo he ofrecido a mi hermano, pero... ¡Vamos! Creí que al menos diría algo como, no sé "yo estoy contigo, no te dejaré sola hermanita querida".

The Queen (Mini Serie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora