DOS

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Conforme pasó el tiempo fui conociendo a Zoraida Elizabeth Vega. Era muy simpática y tenía una personalidad agradable. Tenía los mismos gustos musicales que yo. Amaba el rock. Todos los días nos mandábamos mensajes. A veces yo sentía que ella me acosaba y digo esto porque a los pocos minutos que yo me conectaba a internet, siempre recibía un mensaje de ella. Por lo poco que sabía, ella era un año menor que yo y ya se había graduado de la secundaria y el siguiente paso para ella era entrar a la misma preparatoria en la cual yo estudiaba. Poco a poco comencé a darle mi confianza, ¿Y porque no? Mi número de teléfono también. Así ella comenzó a ser más cercana a mí. Unos días antes de que se terminaran las vacaciones de verano, comencé a sospechar sobre algo: Sentía que yo le gustaba. Aunque solamente ella había visto mi físico y mi apariencia en las pocas fotos que tenía en mis redes sociales. Me di cuenta de eso el día que tuvimos la siguiente conversación:

Z: Hola Gael, espero que te encuentres bien.

Yo: Hola. Me encuentro muy bien, gracias. Espero que estés igual.

Z: Me encuentro muy feliz en una fiesta.

Yo: Eso es bueno. Me hubieras invitado.

Yo ya tenía la confianza suficiente como para bromear con ella.

Z: Es algo que no pensé. Ahora cuando me inviten a otra fiesta te llevaré conmigo para que bailemos juntos.

Yo: Si me enseñas a bailar, acepto.

Ella era de esas chicas que amaba bailar. Le gustaba perderse en la pista de baile al ritmo de casi cualquier tipo de música. Mientras que yo era de esos chicos que no les gusta bailar.

Yo: Yo no bailo por lo mismo de que parezco una tabla en la pista de baile.

Z: No te preocupes. Te prometo que te enseñaré a bailar.

Yo: Lo consideraré, ¿Qué tal esta la fiesta?

Z: Pues ahora me encuentro bailando con mi mamá y mis tías.

Yo: Que bien, ¿Y qué te ha pasado de bueno últimamente?

Z: Pues hay un chico que me empezó a gustar, pero creo que voy a esperar para conocerlo mejor.

Ese mensaje fue el que levantó mis sospechas. Aunque podía existir la probabilidad de que yo no fuera ese chico. Esas cosas casi no me pasaban a mí. No corría con mucha suerte.

Yo: Créeme que lo mejor es conocerlo primero.

Z: Lo conoceré más. Bueno me despido de ti porque mi mamá me amenazó con quitarme el celular. Cuídate.

Yo: Hasta luego.

Luego de esa conversación decidí buscar la ayuda de un experto para aclarar un poco las sospechas que tenía acerca de Zoraida. Esa noche hablé con Gabriel.

–No tengas altas expectativas acerca de esas sospechas. Si es muy amigable como dices, podría ser que esa persona que le gusta sea otro de sus nuevos amigos –Me dijo mi amigo al otro lado del teléfono.

–No estoy muy confiado sobre eso porque son pocas las veces en que les he gustado a las chicas –Le dije.

–¿A ti ella te parece bonita?

–La verdad sí, pero sabes que me gusta conocer a las chicas primero. Dejaré que pase el tiempo. Al fin y al cabo, Zora estudiará en la preparatoria con nosotros.

–Entonces ya veremos que sucede.

Fue en el primer día de mi tercer semestre en la preparatoria cuando miré a Zoraida en persona. La única razón por la cual quise regresar de las vacaciones fue para ver a las chicas nuevas que entrarían ese año a estudiar ahí. Yo sabía muy bien que no les hablaría por ser un cobarde, pero, aun así, los amores platónicos son hermosos. Las tres primeras horas de clases fueron de lo más aburrido en el mundo. Generalmente el primer día de clases es aprovechado por los maestros para presentarse y hablar un poco de su aburrida vida (en algunos casos). Edgar y yo en la hora del recreo teníamos la costumbre de dar varias vueltas por el plantel solo para ver a las chicas. Y en ese primer día del nuevo ciclo escolar era obligatorio para él y para mi ver a las chicas de nuevo ingreso.

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora