OCHO

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Y el semestre en la preparatoria finalizó. Los dos tuvimos buenas calificaciones. Y con la llegada de las vacaciones de verano también llegó la temporada de graduaciones en todos los niveles educativos. El hermano de Zoraida, Jorge, se graduó de la primaria. Su familia realizó una pequeña fiesta en su honor. Zora me invitó y yo con gusto acepté. La reunión se llevó a cabo en su mismo hogar. Ese día conocí a toda su familia: tíos, primos, sus abuelos y parientes lejanos.

Cuando llegué a su casa, Zoraida me mencionó que su mamá quería que estuviéramos como amigos, o sea que nada de besos ni caricias. No había ningún problema con eso.

Cuando entré por la puerta de ese hogar, Zora iba delante de mí, de pronto, se giró hacia mí, se acercó y rápidamente me dio un beso. Ese pequeño detalle me gustó mucho.

Luego me llevó a su habitación para que nos pudiéramos besar en privacidad. Me gustó el ver que mi novia tenía un poster de The dark side of the moon de Pink Floyd y otro del logo de Muse en su pared.

Aproximadamente asistieron a la pequeña fiesta unas 50 personas. Me encargué de ayudar a llevar los platos de comida a las mesas de los invitados, aunque la señora Mónica no quería que la ayudara, pero a mí me gusta ser acomedido porque eso desde niño me lo impuso mi madre.

A las 7 de la tarde Zoraida me invitó a pasar a la terraza, la cual tenía una vista increíble, aunque no se llegaba a apreciar toda la ciudad por la iglesia de Guadalupe.

Estábamos abrazados, conversando tranquilamente.

–Que prefieres, ¿El amanecer o el anochecer? –Me preguntó.

La verdad era que nunca en mi vida había pensado en eso.

–No lo sé. Esa es una pregunta que no me había hecho en la vida –En ese momento me di cuenta de que el crepúsculo estaba haciendo su aparición–. Creo que prefiero el crepúsculo.

–¿Por qué? –Preguntó sorprendida.

–Me gusta el color que le da al cielo –Apunté hacia arriba–. Mira.

Por unos minutos nos pusimos a observar el crepúsculo de esa tarde de julio. Fue magnífico. Parecía una escena de película romántica. En ese momento ella me quiso besar, yo en broma le dije:

–Somos amigos en este día, ¿No lo recuerdas?

–Pero no hay nadie aquí. Mis labios necesitan de los tuyos para que puedan formar una sonrisa de verdad –Luego rio.

–Tenemos que ser muy fuertes –La tentación me ganaba. Me acerqué a sus labios, pero ella comenzó a seguir mi juego de ser solo amigos ese día– ¿Crees poder aguantar las ganas de besarme?

En su rostro se formó una sonrisa malévola.

–¿Quieres ver que si puedo?

Y así estuvimos jugando. Yo trataba de besarla, pero ella se alejaba de mí. Luego de varios intentos pude rozar sus labios con los míos. Aunque fue por un segundo, sentí una buena sensación cuando nuestros labios solo se rozaron.

–Olvida el juego por un momento –Le dije–. Quiero hacer algo nuevo.

Me miró sorprendida.

–¿Qué es? –Preguntó.

–Solo quédate quieta y callada. No te hare nada malo.

–Está bien.

Me acerqué a sus labios como si los fuera a besar y entonces ella se hizo hacia atrás.

–Te dije que olvidaras nuestro juego –Le dije entre risas–. Te diré que es lo que hare. Hace un momento nuestros labios solamente se rozaron y tuve una sensación linda. Lo llamaré "beso tierno".

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora