CINCO

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El día viernes todos los que sabían acerca de mi plan para conquistar a Zora, me preguntaron cómo me había ido: Yo les dije que ella necesitaba pensarlo. Todos me dieron esperanzas. Ese día Zora me pidió que no nos viéramos en el recreo ni a la hora de la salida.

Durante el fin de semana ella y yo no estuvimos en contacto.

El día lunes yo solo quería estar con ella a la hora del recreo. Quería saber la respuesta y después de tres horas de esperar en clases llegó el momento de la verdad.

Nos encontramos en el mismo lugar de siempre. Con solo verla pude saber que su respuesta sería un no, ya que estaba muy seria. Primero hablamos de cómo nos había ido el fin de semana y luego vino lo peor.

–Me puse a pensar bien sobre lo que me propusiste –Dijo con seriedad–. La verdad es que yo no quiero un novio en estos momentos. Tiene un mes que terminé una relación y no quiero cometer un error, porque cuando Ricardo me declaró su amor –Por fin supe el nombre de su ex novio–, no debí haberle dicho que sí, porque lo dije sin pensarlo bien. Yo lo conocí porque él me comenzó a hablar y entonces una semana después, él estaba en la entrada del plantel esperándome con una rosa. No sé, pero fue un gran detalle y solo por eso le di el sí. Y pues ya sabes lo que sucedió después. Él pensaba que era mi dueño y hasta quería que dejara varias cosas de mi vida solo para estar con él. Yo por el momento quiero estudiar y no tener distracciones.

Ahí me di cuenta que debí esperar más tiempo para pedirle que fuera mi novia. Me puse triste con sus palabras, pero no le dije nada.

–No estés triste, por favor. No quiero verte así. Seguiremos siendo amigos, ¿De acuerdo? –Añadió.

–No te preocupes por mí, acepto y comprendo tu decisión –Le dije sin sentimiento alguno.

Me levanté de mi lugar, me despedí de ella y en el camino a mi salón me puse los audífonos y me perdí del mundo negro y sin vida en el cual me sentía. Escuché la canción de Romance en Re sostenido para recordarme a mí mismo que aún no tenía a una chica que apreciara mi cantar.

Ese mismo día a las 11 de la mañana se realizó el concurso de ofrendas en la explanada donde fue el baile de aniversario. Fui a ese lugar solo para poder estar distraído. Ahí me encontré con Angélica. Ella me preguntó por la respuesta de Zoraida, le conté lo sucedido y ella me abrazó. Nos quedamos así unos cuantos segundos. Entendí que fue bueno que Zoraida no me acompañara el jueves en el recreo porque supongo que, al cantarle enfrente de varias personas, me hubiera dado un si por respuesta en ese mismo momento, pero solo para que no se viera mal el rechazar al chico que le cantó. Fue bueno de verdad, sino ella hubiera repetido la misma historia que pasó al lado de Ricardo y yo habría sufrido aún más de lo que estaba sufriendo por su rechazo.

El acuerdo entre Zoraida y yo fue que las cosas seguirían igual. Así que tenía que verla en el recreo, como siempre. Un día después de que me rechazara, cuando salí de mi salón para reunirme con ella, me sorprendió porque se encontraba afuera esperándome. Sonrió al verme y yo me acerqué.

–Hola –Le dije.

–Hola –Respondió mi saludo –, ¿Cómo estás?

–Estoy bien –Mentí al decir esas palabras.

–Te voy a creer eso Gael –Me dijo enojada.

–¿No me crees verdad?

–La verdad no, porque ayer te vi en la explanada abrazado de Angélica y supe que fue un abrazo para reconfortarte. Habías dicho que estarías bien.

–¿Y tú crees que al ser rechazado seré feliz? ¿Tú crees que no siento nada?

En ese momento no medí mis palabras. Zoraida me abrazó fuerte. Pegó su rostro a mi pecho. Parecía que estaba llorando. No pude ver bien porque su cabello le cubría sus ojos.

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora