VEINTIDOS

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En las siguientes semanas Zoraida y yo llegamos a un acuerdo, el cual consistía en que yo la visitaría cada dos semanas. Esto sucedió porque ella quería pasar tiempo con su familia, ya que entre semana no convivía mucho con ellos. A mí no me importaba no verla una semana, mientras pasara tiempo con su familia y fuera feliz, para mí era una señal de que estaba haciendo mi deber como un buen novio, dejándola vivir su vida y dándole su espacio.

Y en verdad que era un buen novio. Ayudaba a Zoraida con sus tareas ya que en ese semestre en la preparatoria entraron nuevos maestros. Había uno de ellos que le dejaba mucha tarea de investigación todos los días. Esto fue un gran problema ya que Zoraida siempre que salía de la preparatoria, iba a la casa de su tía Alejandra y allí no podía hacer la tarea. Algunas veces llegaba tarde a su hogar y se desvelaba por hacer la tarea. Esto ocasionó que ella y yo perdiéramos un poco la comunicación.

Para el día de mi cumpleaños tuve grandes expectativas, ya que esperaba muchas cosas por parte de Zoraida, pero esas expectativas se fueron a la mierda. Supongo que las expectativas solo existen para eso, para que las personas las hagan mierda.

Al conocer a mi amigo Eduardo, el me enseñó que el día de tu cumpleaños, es cuando verdaderamente empieza el año nuevo para cada persona.

Una noche antes de mi cumpleaños, le pregunté a Zoraida si tenía planes para estar conmigo al día siguiente y su respuesta fue que no tendría tiempo para verme, ya que en la tarde se reuniría con Cinthya para hacer una tarea. Le rogué que por lo menos me diera una hora de sus 24 que tiene en el día y ni siquiera me pudo dar eso. Me molesté tanto con ella que le dije que no me sorprendería si en el día de mi funeral no se encontraba ahí y ella rebeldemente me dijo que tampoco estaría para mí ese día.

Al día siguiente en la universidad todos mis compañeros me felicitaron y después el día fue normal. En la tarde cuando estaba terminando de comer en mi hogar, recibí un mensaje en mi celular por parte de Romina.

"Hola Gael te quiero pedir un favor, si te encuentras en casa, ¿Podría pasar por un vaso de agua? Estoy cerca".

Mi respuesta fue inmediata.

"Si estoy en casa. Pasa a visitarme".

A los 5 minutos Romina tocó mi puerta. Primero me felicitó y después la invité a pasar a la cocina. Le serví un gran vaso con agua y nos pusimos a charlar.

–Creí que Zoraida me daría una gran sorpresa como la de hace un año, pero entiendo que ni siquiera tuvo 5 minutos para mi este día.

–Debes de comprenderla, ella tiene deberes.

–Dije 5 minutos, no una hora ni dos, solo 5 minutos quería estar a su lado y, es más, yo iba a visitarla a su hogar, ella no tenía que salir y hasta la pude haber acompañado a la casa de su amiga y esperarla.

–No tengo nada más que decir al respecto, pero si quieres tú y yo podemos ir al centro ahora mismo.

–Buena idea, no quiero estar encerrado en mi casa el día de mi cumpleaños.

Y así Romina y yo salimos de mi hogar. Primero nos fuimos a sentar a una de las bancas del zócalo. Allí me contó su desenlace que tuvo con Felipe. Al final su relación terminó y ella estaba muy triste porque ese chico fue el amor de su vida.

Cuando comenzó a oscurecer, le pedí a mi amiga que me acompañara al pequeño mirador que se encuentra arriba de la estatua de José de la Borda. En ese lugar comencé a llorar en el hombro izquierdo de ella y en ese instante tuve la confianza para hablarle sobre mi lado oscuro. Le conté sobre mi aventura con Dalia y le dije que era un chico malo y que no merecía a Zoraida. Romina me abrazó con fuerza y me dijo:

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora