VEINTICINCO

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Conocí a Ángel de León en la secundaria. Si yo no fui un chico popular, el menos lo fue. Era un chico callado y tenía pocos amigos, pero, sobre todo, tenía la mala suerte de ser el juguete de todos. Siempre estuvo muy expuesto a burlas e insultos por la mayoría de los compañeros del salón, incluyéndome a mí. Solo muy pocas veces llegué a tener una conversación con él. En algunas ocasiones me dio lástima por el mal trato que le daba el grupito de abusadores del salón. Incluso llegaron a golpearlo solo por diversión y Ángel nunca hizo nada al respecto, siempre fue el pendejo de los demás.

Cuando entré a la preparatoria, lo último que supe de él fue que ya no siguió con sus estudios. Un año después entró a estudiar a la preparatoria, al mismo tiempo que Zoraida, y así fue como se conocieron. Nunca me importó que él pretendiera el amor de ella ni tampoco el que fueran amigos.

Pensé que, al día siguiente de saber la verdad del rumor de Zoraida, yo estaría mejor, pero no fue así. En el fondo me sentí traicionado. Sé que ella ya no era mi novia, pero el simple hecho de saber que cuando yo cumpliera dos meses de estar separado de ella, esta cumpliría un mes de noviazgo con Ángel.

Afortunadamente esa semana pude distraerme un poco por los exámenes finales, pero no fui afortunado del todo. Cuando me dieron las calificaciones de dichos exámenes, me sorprendió el saber que tuve un resultado bajo.

Como era de costumbre en mi vida, el fin de semana me reuní con mi mejor amigo. Esta vez no fuimos a un bar, simplemente estuvimos caminando por el centro de la ciudad. Al contarle sobre la verdad de Zoraida y Ángel, se sorprendió mucho. Gabriel no podía creer eso de Zoraida.

–Eso es algo que no esperaba de ella –Me dijo mientras fumábamos un cigarro en el zócalo.

–Es sorprendente que en menos de un mes me haya superado.

–Pero se supone que ella te amó con todo su corazón.

–Se supone. Pienso que es algo normal en la vida de una persona. Terminas con alguien y luego buscas a tu siguiente amor.

–Depende que tipo de persona seas.

–Ella siempre fue una chica que tenía una fila de chicos esperando a que estuviera soltera. No me sorprende que Ángel al enterarse de su soltería, haya sido el primero en la fila.

–Pues sí, es lo que siempre pasa cuando una chica linda esta soltera después de una larga relación.

–Ella me recuerda a Angélica –Le dije.

–Escucha amigo, sé que tienes rabia por eso, pero también sé que te duele en el fondo, pero desafortunadamente así sucede. Ellas encuentran a alguien en menos tiempo y lo peor de todo es que se quedan con el chico con el que juraron que no tenían nada que ver.

–Lo que me duele es que me pudo superar en tan poco tiempo.

–Recuerda lo que dijo tu madre, tal vez sería bueno que iniciaras otra relación.

–Sería bueno, pero ahora tengo otro dolor que superar.

–Te entiendo bien. Eso me sucedió con Angélica. Ahora que te miro triste, veo mi reflejo cuando yo me encontraba así hace un año.

–Tal vez por ese pendejo me dejó de amar.

–Tal vez.

–Recuerdo cuando en marzo del otro año la dejé por seguir a Fátima.

–Se te regresó lo que hiciste, solo que lo de Zora si fue en serio.

–Supongo que, si Fátima me hubiera dado una oportunidad, no hubiera regresado arrepentido al lado de Zoraida, pero espero que, si ella se arrepiente de su decisión, no regrese a mi vida de nuevo.

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora