DIECISIETE

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Después de terminar con Zora me di a la tarea de conquistar a Fátima. En los siguientes días me reuní con ella en el recreo. Le regalaba cosas y le hacía detalles mejores que el que le entregué a Zoraida el día de San Valentín. Parecía que Fátima iba cayendo poco a poco en mis brazos, pero el problema que me llevó a fracasar en conquistarla fue que ella aún tenía novio. Hubo días en que me encontré a Fátima al lado de su novio y se veían muy felices. El plan para conquistarla me llegó a la mente unos días antes de las vacaciones de semana santa. Sabía que a ella le encantó que le cantara en el oído, así que planeé volver a cantarle, pero ahora con un repertorio de canciones que hablaran sobre mi sentir al no poder conquistarla. Edgar se ofreció para poder ayudarme.

Las cosas se vinieron abajo cuando Fátima dejó de tratarme bien. Comenzó a ignorarme y esto hablaba bien de ella, significaba que de verdad quería a su novio.

En semana santa mi madre me consiguió un empleo con su hermana Vanesa. El empleo consistía en cuidar la platería Luna de Plata de mi tía, la cual estaba ubicada a un costado de la fuente que se encuentra en el zócalo.

Al principio estuve en contra de mi madre porque tomó esa decisión sin consultarlo conmigo primero, pero después de pensarlo, le agradecí su buena acción.

Entré a trabajar el primer lunes de vacaciones. No era un trabajo pesado porque solo me encargaba de vender la plata a las personas que entraban en el local. Mi horario de entrada era a las 10 de la mañana y salía a las 6 de la tarde.

Lo que más disfruto de la semana mayor en mi ciudad es el ver la representación de la pasión de cristo.

Maribel me acompañó en esas vacaciones. Ella y yo estuvimos de espectadores en las procesiones. El jueves santo asistimos a la procesión con más larga duración de la semana santa. Ella me fue tomando del brazo. Parecíamos una linda pareja. Cuando terminó la procesión tuve que acompañar a Maribel hasta su casa que no esta tan alejada del centro de la ciudad. Cuando estábamos en la puerta de su hogar, ella se acercó a mí para darme un beso en la mejilla, pero yo decidí intentar algo nuevo. Moví mi cabeza para que sus labios tocaran los míos. Mi plan dio resultado solo que no imaginé la reacción que ella tendría. Se molestó un poco. Me dio un puñetazo un poco fuerte en mi brazo y me dijo molesta:

–No vuelvas a hacer eso.

–Tranquila, no lo haré –Sentí incomodidad en ese momento–. Es hora de irme. Nos vemos después.

–Hasta luego Gael.

Al día siguiente me desperté muy tarde. Llegué al trabajo con 15 minutos de retraso. Pensé que mi tía Vanesa me llamaría la atención por eso, pero no fue así.

Ese día me quedé en la platería hasta las 8 de la noche. Mi tía me dijo que si quería podía irme, pero yo decidí quedarme a presenciar la procesión. A la única persona conocida con la que me encontré ese día fue a Fátima.

Ella y su novio estuvieron afuera de la platería apreciando la procesión. Ahí fue cuando acepté que ella ya era muy feliz con su novio y recordé a Zoraida. Aun sentía algo por ella y me sentí un idiota por haberla dejado. Me sentí mal porque la discusión que provoqué y por la cual terminamos fue una completa estupidez mía. Me propuse a reparar el daño que le hice a ella.

Ese viernes por la noche cuando llegué a mi hogar le envié un mensaje de texto. Ella tan amable como siempre respondió mi mensaje. En el resto de las vacaciones estuvimos en contacto. Aún había confianza entre los dos. Hablábamos como lo hacíamos en nuestros primeros días de amistad.

Faltaba aproximadamente un mes para que todos los alumnos del sexto semestre terminaran su ciclo de estudio en la preparatoria cuando llegaron los últimos días de abril. Algunos conocidos y compañeros de mi salón se irían a estudiar a otra ciudad. Edgar se iría a Guanajuato con toda su familia y allí empezaría a estudiar.

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora