DIEZ

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Y muy rápido llegó el día en que la ley marcaba que ya me había convertido en un adulto por cumplir 18 años. Ese día tuve pocas felicitaciones por parte de mis compañeros de la preparatoria: Gabriel, Angélica, Romina, incluso Edgar.

Algo que me amargó mi día fue que Zoraida no pudo estar conmigo en el recreo, ni siquiera en la salida, pero dijo que recompensaría su ausencia en una cita esa misma tarde.

Yo sospeché que tenía una sorpresa para mí y tuve el presentimiento de que sería magnífica como la del año anterior.

Zora me citó a las 6 de la tarde en el zócalo. Lo sorprendente fue que tuve la visita de Angélica a las 5:30 de la tarde. Aunque me había felicitado en la mañana, lo volvió hacer, pero esta vez llevó consigo un regalo para mí: una caja de chocolates. Hermoso regalo.

Le hablé de mi cita con Zoraida. Angélica se ofreció a acompañarme al zócalo. Yo con gusto acepté. Ella se quedó en la sala de mi hogar mientras que yo regresé a mi habitación para prepararme para mi compromiso. Exactamente a las 6 en punto salimos de mi casa, pero algo me detuvo a unos metros de la puerta.

Había una pequeña cajita color morada. La levanté del piso y la abrí, en su interior había una nota la cual decía lo siguiente:

"Espero que tengas un excelente cumpleaños. Te deseo lo mejor hoy y siempre, pero te pido un favor, toma la mano de Cristo y camina hacia la iglesia".

Al parecer era un acertijo y eso lo noté hasta la tercera vez que volví a leer la nota. Fue algo misterioso y difícil de adivinar. Diez minutos después de estar pensando, encontré la respuesta. Tenía que caminar a la iglesia de Chavarrieta la cual se encuentra a unos metros de mi hogar.

Angélica no dijo absolutamente nada, solo me siguió. En ese momento supe que se trataba de la sorpresa de Zoraida y estaba muy emocionado por llegar al final.

Llegamos a las puertas de la iglesia de Chavarrieta, pero no vi ninguna pista afuera. Entonces entré a la iglesia y me puse a buscar en el piso y en las bancas, pero no encontré nada. Hubo algo que llamó mi atención. En la parte de en medio del presbiterio había algo pegado, un color llamativo, naranja fosforescente. Me acerqué a ese lugar y vi que era una nota. La tomé y leí lo que decía.

"Es bueno que me encontraste, pero es hora de otra pregunta, ¿Los peces gato pueden encontrar un ratón?"

La cosa se puso complicada, que me tomó 15 minutos descubrir el siguiente punto al cual tenía que ir. Ahí me di cuenta de algo, al igual que la primera nota, la segunda mencionaba una pista, así como la de la iglesia. La segunda nota me llevaría a donde hubiera peces. El lugar al que tuve que ir no estaba muy alejado.

A unos metros de las escaleras que llevan a la iglesia de Chavarrieta, se encuentra una escuela primaria. A un costado de la entrada de esa institución se encuentra un tanque en el cual habitan peces. Y en efecto, allí encontré la tercera nota la cual decía:

"Excelente pero ahora será más difícil de encontrar la siguiente pista. Prepárate porque la siguiente nota está en el próximo camino que sale hacia el cielo. No es un punto muy alto."

Me puse a pensar en cuál era el siguiente punto alto de la ciudad. Tomé en cuenta que la pista número tres se encontraba en un lugar donde se pudiera ver una vista panorámica de la ciudad. Pensé que se trataba del barrio de Guadalupe, pero la nota mencionaba que no se trataba de un punto muy alto. No podía ser ese lugar porque era un punto alto de la ciudad. Angélica me sugirió que camináramos hacia el Ex convento de San Bernardino y tomé en cuenta su sugerencia. Una vez que llegamos a ese lugar, me comencé a desesperar.

Mi mente se puso en blanco, parecía que todas las ideas se me habían ido, pero por fortuna, Angélica me ayudó.

–¿Qué tal si la pista está en esa subida? –Me preguntó y miré hacia

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora