VEINTE

2 1 0
                                    

Una de las ansias que también sufrí en mi depresión, fue la de querer entrar a la universidad, porque necesitaba conocer a nuevas personas en mi vida.

Y el día que tanto esperé llegó. El 1 de septiembre del 2014 comenzó mi primer semestre en la carrera de arquitectura en la universidad Juan Ruiz de Alarcón. En los primeros minutos de ese día estuve nervioso por saber cómo serían mis nuevos compañeros. Y es que no quería que se repitiera la misma historia como en la preparatoria; la misma historia de estar conviviendo con personas doble moral, personas que se sentían perfectas en cualquier sentido, pero en realidad esa perfección solo era una mentira más en sus vidas.

Entré al salón minutos antes de las 7 de la mañana. Allí ya se encontraban algunos chicos y chicas dispersos en el aula de clases. Decidí sentarme en medio del salón. Después comenzaron a llegar los demás alumnos. Las butacas se terminaron y allí fue donde también terminaron de entrar alumnos por la puerta. El salón ya estaba completo y éramos alrededor de 30 estudiantes.

La primera clase que tuve fue Algebra Lineal. La maestra se llamaba Rosa y desde el primer momento en que entró al salón, me di cuenta de que sería una profesora muy estricta porque su cara me lo dijo todo. La maestra obligó a todos los alumnos a presentarse con el grupo.

Ese primer día en la universidad, todos eran desconocidos para mí. Había olvidado como hacer amigos, pero afortunadamente la mayoría de mis nuevos compañeros fueron amigables y me dieron confianza para dirigirles la palabra.

El primer amigo que hice en mi primer día de clases fue Eduardo. Lo conocí porque mencioné algo sobre The Walking Dead. Así fue como él y yo comenzamos a charlar e incluso almorzamos juntos en el recreo. Con el tiempo Eduardo se volvió mi mejor amigo en la universidad.

Gracias a él descubrí muchas bandas de rock que ni siquiera había escuchado su nombre.

Ese primer día en la universidad me encantó. Sabía que con el tiempo haría buenas amistades con mis demás compañeros. Me habría encantado haber podido contárselo al amor de mi vida.

La noche del 15 de septiembre me reuní con Gabriel, con mis ex compañeros de la secundaria y de la preparatoria. Entre ellos estaba Romina, quien primero estuvo con su novio, pero después tuvieron un mal entendido y luego huyó de él. Entonces ella me encontró y decidió quedarse conmigo. Me contó lo que le había sucedido y acepté su compañía.

Todos nos empezamos a llevar muy bien. La noche fue agradable en compañía de los que ahora consideraba mis amigos para una buena noche de alcohol.

Esa noche estuvimos en el centro de la ciudad, tomando en la calle. Cuando la cerveza se terminó, Gabriel y yo fuimos a comprar más. Camino a una de las tiendas que se encuentra en la Plazuela de San Juan, nos encontramos a Maribel, quien estaba sentada en el borde de la fuente que se encuentra en medio de la plazuela. La acompañaba un chico que yo nunca había visto antes en mi vida. Le dije a Gabriel que no quería molestarla y que sería mejor no ir a saludarla, pero para mí mala suerte ella nos siguió hasta la tienda y nos esperó hasta que salimos del lugar.

Gabriel fue el primero en salir y el primero en sorprenderse por la presencia de Maribel. Ella lo saludó y lo abrazó y atrás de mi amigo salí yo cargando el cartón de cervezas que habíamos comprado. Ella le empezó a contar a mi mejor amigo acerca de su nueva vida en la ciudad de México. Yo solo miré y escuché la conversación. Me sentí un fantasma porque ella ni siquiera me miró. Noté que el chico estaba alejado de nosotros a un metro de distancia y se veía molesto, probablemente estaba celoso. Ahí fue cuando me di cuenta de que este chico era el nuevo pretendiente de Maribel.

Luego ella se acercó a mí y me abrazó como si no me hubiera visto en años. Estaba muy emocionada, pero yo no. Me sentí incómodo con su abrazo. Después me dijo que si podía invitarle una de las cervezas que llevaba en el cartón. Asentí con mi cabeza y le dije a Gabriel que cumpliera su deseo. Lo último que nos dijo a mí y a mi amigo fue que nos cuidáramos y que en un futuro nos volveríamos a ver. Yo repudié esa idea y deseé en el fondo que no se cumplieran sus palabras.

LA SOMBRA QUE PRODUCE NUESTRA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora