Capítulo 18.

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Lando y Daniel les miran sorprendidos, siendo Daniel quien le estaba cubriendo la boca a Norris delatándolo como el gritón.

—Lo sentimos —empieza Daniel tartamudeando, con su mano aún sobre un impresionado Lando, —los esperamos en el carro, mejor dicho, en la casa, sí ahí los vemos, nosotros ya nos vamos, sigan con lo suyo...

—No, está bien —le interrumpe Carlos, apretando la cintura de Charles acercándolo a él permitiendo que esconda su rostro, rojo por la actividad reciente y la vergüenza, en el hueco de su cuello, —de todos modos, ya es hora de irnos, ¿ya arreglaron sus asuntos?

Charles siente las vibraciones de la voz de Carlos en su ser animándolo a besar su manzana de Adán, ignorando que sus amigos estén presentes, feliz de sentir a Carlos temblar por su toque.

—Sí, nosotros, ya, quiero decir... —Daniel trata de explicar rápidamente separando su mano de la boca de Lando, trabándose con sus palabras, conmocionado por el cuadro frente a él.

—¡Así te quería agarrar puerco! —interrumpe Lando en un grito demasiado agudo. —Mentiroso, dijiste que ibas a esperar hasta el final de curso —su tono ahora es burlón.

Pero antes de que Carlos pueda decir algo, Charles sale de su cómodo escondite mirando a Lando un poco avergonzado y altivo, sin arrepentimientos en su voz.

—Yo... —Charles exclama suavemente señalándose, sus ojos determinados fijos en los curiosos de Lando quien nota el rojo de sus labios, —vine a seducirlo —termina completamente orgulloso.

Lando estalla en risas histéricas completamente divertido por la situación.

"El karma es tan maravilloso" piensa agradecido con la vida por darle la oportunidad de ver a su amigo comerse no sólo a Charles, sino también sus palabras.

Carlos suspira y frota su cara con su mano libre, aún irritado por la interrupción de sus amigos y adivinando los pensamientos burlones de Lando, siendo fácil de entrever, sólo necesita mirar a Daniel para que ambos asientan cómplices, logrando que se retiren de su vista.

—Los esperamos en el auto —es todo lo que dice antes de tomar a un quejumbroso Lando y arrastrarlo hasta el estacionamiento, donde aguardarán por su llegada.

Carlos vuelve a suspirar, aunque por una razón completamente diferente, al sentir nuevamente los labios de Charles sobre la sensible piel de su cuello, sus manos vuelven a agarrar la cintura de Charles mientras le sostienen por los hombros.

—Me gustas mucho, Calos —murmura Charles en el cuello de Carlos, seguro de que le escucha atento, —te anhelo a ti y quiero que seas mío.

—Espera, Charlie —tartamudea Carlos, apretando su agarre sobre Charles quien le ignora a favor de dejar un rastro de sus besos que van desde el cuello de Carlos hasta sus labios interrumpiendo sus palabras.

Y Carlos, aunque quisiera, no puede evitar devolverle los besos con fervor, enamorado por la forma en que sus labios encajan perfectamente y se mueven en sintonía con los suyos, pero aún en contra de su voluntad se separa bruscamente del beso.

Tomando con suavidad las manos de Charles evitando que se sienta rechazado.

—Alto —dice seriamente sin total autoridad, pero ver los ojitos llorosos y los labios entreabiertos de Charles remueve su corazón por lo que le roba un inocente beso antes de separarse otra vez, —bien, ahora sí —Charles lo mira atentamente a la expectativa de sus palabras. —Charles, nosotros no...

—¡Me niego! —grita Charles, apretando sus manos unidas, su ceño fruncido y su mirada determinada.

—¿Eh? —Carlos le mira confundido.

El veredictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora