Capítulo 8.

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Nubes grises cubrían el cielo mientras el frío viento soplaba fuertemente, una mañana típica de invierno, eso fue lo que recibió a Lando al despertar y, sin embargo, para él se sentía diferente, tal vez se debiera al lugar donde despertó o el hombre que duerme abrazado a él.

Pero sin duda quiere despertar siempre así, atrapado en sus brazos y enredado en su cuerpo, acaricia la espalda de Daniel con suaves caricias que poco a poco lo traen de su sueño.

-Buenos días -murmura Lando antes de dejar un suave beso en los labios de Daniel.

-Estos sí son buenos días -comenta Daniel suspirando, estrecha el cuerpo de Lando con más fuerza, acercándolo.

-Siempre puedo darte un besito de buenos días.

-¿Sólo eso?

-¿Qué más quieres?

-Todo, recibiré gustoso todo lo que me quieras dar.

-¿No es eso un poco codicioso?

-No cuando se trata de ti.

-Entonces eso haré, porque quiero entregarte todo de mí, lo bueno y lo malo -aseguró Lando mientras sube al regazo de Daniel.

-¿Premio o premio? -atrapa la cintura de Lando entre sus manos.

Ambos ríen y se besan con armonía y suavidad, Daniel aprieta la cintura en sus manos invirtiendo las posiciones mientras Lando sostiene su rostro, todas sus acciones rebosantes de ternura y amor, sonriendo felices.

-Lo siento, -comienza Daniel, alejando un poco su rostro sonrojado con la suavidad ahora cubriendo su tono -nunca me di cuenta de tus sentimientos antes y me porté como un idiota bromeando con lo de ser pareja, lastimándote sin querer, lo siento... y aunque no fue mi intención, y me hubiera gustado darme cuenta antes, me alegro de que ahora estemos juntos y no desaprovecharé la oportunidad que me haz dado. -sostiene las manos de Lando que se mantienen en su cara, besando sus nudillos. -Te quiero, te adoro, te deseo a mi lado todos los días de mi vida, te amo, Lando, y lo haré incluso si te cansas de mí algún día -culmina uniendo sus labios.

-Te perdono, sólo para tranquilizarte, porque no hay nada que perdonar, desde el primer día sabía a lo que me enfrentaba cuando empezaste hablar y dijiste puras idioteces -sonrió divertido por el recuerdo -aún así, no me arrepiento, desde que me besaste estás atado a mí, ahora estamos juntos como pareja y hasta tenemos una hija preciosa, no necesitas preocuparte por el pasado ahora.

-Sobre eso, -empezó nervioso -lo de anoche no fue nuestro primer beso -movió las manos de Lando para que quedaran a los lados de su cabeza.

-¿Qué quieres decir?

-Nuestro primer beso fue esa noche que estábamos empacando los regalos de Lola, te quedaste dormido y te robé un beso, lo siento otra vez.

-Dios mío, ¿por eso andabas raro durante el Baby Shower?

-Lo siento, pero fue un acto de justicia, te robé un beso porque llevabas meses robándome el sueño.

-Idiota -murmuró avergonzado antes de volverlo a besar.

Sobresaltándose al escuchar unos toques en la puerta y, seguido, la voz de Max: -El desayuno está listo.

-¡Ya vamos! -gritó e intentó separarse para salir, siendo detenido por las piernas de Lando que se aferraron a su cadera.

-Antes de irnos, ¿algo más que quieras confesar? -preguntó, a lo que Daniel negó divertido. -Mira, no tienes que preocuparte por eso ya, me sorprendió, sí, pero alguno iba a terminar haciéndolo, ahora disfruta nuestro presente y no te agobies más, ¿de acuerdo?

El veredictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora