Capítulo 2

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Capítulo 2. Luz perdida

Voces, sonidos de algún pedazo de tela siendo exprimido es lo que sus oídos van captando con cada vez mayor intensidad. Posteriormente no es el sonido, sino su sentido del tacto lo que le hace dejar de seguir platicando con Morfeo e ir a la realidad, pero sentir lo frío de la tela mojada sobre su frente le lleva a cuestionarse por qué demonios lo están tocando. Y es que, no solo es su frente, sino en su cuello, muñecas y el pecho en donde puede sentirlo.

"¿Están buscando mi pulso? ¿Estoy muerto? ¿Así se siente estar muerto?"

—Es realmente afortunado, Max —escucha cerca de él—. Si ha estado tanto tiempo ahí dentro había sido seguro que ya estuviera muerto.

Su cuerpo se tensa de escuchar a la persona que estaba hablando, nuevamente escucha el nombre de Max, todavía no entiende por qué debe buscarlo. Solo sabe que ese sujeto le pidió hacerlo de una forma indirecta.

—¿Estará inconsciente mucho tiempo? —cuestiona otra voz, una familiar—. Él debe regresar a su mundo pronto.

—No lo sé —responde la persona a su lado—, la última vez que hice algo así fue hace siglos y Christian sabía canalizar energía. Él... —siente que alza su mano— no es como nosotros. ¿No crees que es peligroso que él esté aquí? Digo, él es una versión y no puede estar tanto tiempo aquí o pondrá en peligro a su yo.

Nuevamente el castaño se siente perdido, no es para menos si escucha cosas sin sentido.

Por su parte, Max prefiere no responderle al de hoyuelos en las mejillas y mira al chico acostado con tantas respuestas que preguntas que cualquiera pudiera hacer, excepto por una cuestión que todavía sigue rondando en su cabeza.

—¿Es él quien emitió esa luz de colores? —preguntó el sanador de pronto—. Jamás se había visto algo así antes.

El guardián se limita a asentir alejándose de la ventana para acercarse hasta ellos.

—Al parecer todos en el reino lo vieron y yo, que soy el guardián, estaba profundamente dormido.

Tomó la tela húmeda que reposaba en el castaño procediendo a volver a mojarla en el agua fría, más detuvo sus acciones no por la risa de Antonio, sino por el movimiento en las facciones del chico advirtiéndole que estaba despertando.

—Tengo que volver al salón —anunció exprimiendo la tela—. Por favor, Antonio cuida de él. Volveré después de arreglar un asunto urgente.

—De acuerdo.

Dejó de nuevo el pedazo de tela sobre la frente del chico y sobre los ojos de este tratando de informarle con sus actos que no era ideal que se levantara, pues recuperarse era lo mejor antes de que volviera a su mundo.

Antes de regresar al salón se desvió tomando la dirección hacia el salón de audiencia, prefería ser él quien le reportara la presencia de alguien ajeno a ese mundo al rey y no por otras bocas. Desafortunadamente pensó que ya era tarde cuando un soldado se acercaba a él para decirle que el rey le estaba esperando.

—Dime que la reina está con él —pidió al soldado mientras caminaban—. Sí no es así, habrá otro guardián en el salón de espejos.

—Cálmate, guardián —tranquilizó de una forma burlesca el soldado—. Solo quiere hablar contigo.

Pero aquello no hizo más que aumentar su preocupación.

Decidió observar lo que los rodeaba conforme caminaban, que solo mirar el camino y que fuera eso lo último que sus ojos apreciaran. Pues realmente, después de mucho él no estaba seguro si el rey le perdonaría aquel gran error del cual era inocente... bueno, él como el verdadero guardián lo era, en cambio aquel reflejo desobediente...

El Salón De Los Espejos  [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora