Epílogo

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- Estas cajas pesan una tonelada. Por Dios Melanie, te has traído media casa- escuché quejarse a mi padre mientras subía mis cosas hacia mi nuevo cuarto. Sí, me estaba instalando ya en mi nueva escuela ...¡Stanford! ¿No es genial?

- No seas exagerado papá -

- Claro. Tú lo dices porque no has tenido que cargar esta barbaridad de cajas. No entiendo por qué las mujeres usan tantas cosas -

Mi madre y yo reímos negando con la cabeza.
Lo cierto es que me sentía realmente emocionada. Estaba ansiosa por lo que me esperara en la universidad. De hecho, se dice que es la mejor etapa, quizás por el nivel de independencia en cierto punto, las personas que conoces y tal. Aunque he de reconocer que extraño a mis amigos. Durante las vacaciones pasamos prácticamente todo el tiempo juntos, viajamos a la playa en par de ocasiones, salimos a tomar algo, vimos pelis, incluso jugamos basket todos juntos, o bueno, yo al menos lo intenté. No pensé que el hecho de mudarme a una nueva ciudad fuera lo más emocionante que me podía pasar, que conocería a esas personas que me han hecho tanto bien, y que además, me enamoraría como nunca antes lo había hecho. Aunque no terminara de la mejor manera, pero bueno, alguna vez escuché decir que lo importante en una historia no es como termina, sino ir disfrutando de cada uno de sus capítulos. Así que quedémonos con lo bonito.

- Cariño... te vamos a extrañar - mi madre se aproximó a abrazarme, gesto que mi padre imitó sin siquiera pensarlo. Debía ser complicado para ellos tenerme tan lejos, bueno, al menos para mí lo era, y más ahora que habíamos vuelto a ser una familia unida. Pero supongo que ya que ellos han hecho su vida, yo he de hacer la mía y trazarme un futuro.

- Yo también les extrañaré mucho -

Nos pusimos un poquito melancólicos. Hasta que nos vimos interrumpidos por una chica a la que se le cayeron sus cosas en la puerta.

- ¡Oh, cuánto lo siento! Disculpen -

De inmediato acudimos a ayudarle.

- No te preocupes - le dije.

- Gracias - dijo con cierta amabilidad.

- ¿Te mudas a este cuarto? - pregunté.

- Sí. Supongo que tú serás mi compañera ¿no? - parecía bastante simpática.

- Sí -

- Bueno cariño - intervino mi madre - nosotros tenemos que marcharnos  - yo asentí y ella se dirigió a la chica - un gusto conocerte... - dió como un espacio para que ella dijera su nombre.

- Stephanie. Me llamo Stephanie - dijo con una sonrisa.

- Pues un gusto Stephanie - intervino mi padre - porfavor, cuida de Melanie - le dijo sonriente a lo que ella correspondió del mismo modo.

- Papá, porfavor - le llamé la atención sin dejar de sonreír.

- Vale cariño. Nos tenemos que ir - mi madre me abrazó - cuídate mucho, y cualquier cosa me llamas de inmediato -

- Vale mamá -

Papá también acudió a abrazarme para luego salir por la puerta, no sin antes decirme que me amaban y yo decirles de vuelta que los amaba muchísimo. Lo cierto es que los extrañaría un montón. Sería rara esta nueva aventura sin ellos.

- Entonces... ¿tu nombre es Melanie? - me preguntó la chica con la que compartiría habitación a partir de ahora.

- Sí. Y tú Stephanie... ¿cierto? -

- Sí -

Ambas estábamos desempacando las cosas y acomodándolas por todo el cuarto.

- ¿También estás en primero? - le pregunté.

Excusas para enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora