36. Juramento

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Atada a su cama. Así la tenía. Atrapada a su merced. El rey no pensó jamás que tendría que mantener a una mujer encadenada para poder estar con ella, era un príncipe Targaryen, cientos de putas rogaban por su semilla, pero menos pensó que su hermana, esa misma que tan cruelmente lo había ignorado fuera la mujer que tendría atada a la cama. En ese punto Aegon ya ni se sentía completamente seguro de él mismo, por lo que dejó escapar un pequeño gemido ante la imagen mientras colocaba las manos en el vientre y se sentía desesperado.

—¿Qué quieres?— Respondió él con cierto tono desesperado, incluso dejó escapar un pequeño gemido mientras a un sentía cierta tensión por dentro pero se sentía tan desesperado a la vez que intentó encontrar las palabras...pero esa mirada de Rhaenyra, tan enojada, tan molesta lo hizo enmudecer.

—Solo quiero saber una cosa, ¿todo esto es necesario?—señalo las cadenas que la mantenían unida a la cama de Aegon, eran largas y le permitían caminar por la habitación, pero tenía un sistema de poleas que cuando era accionado la arrastraba hasta la cama del rey—Esto es demasiado perverso, incluso para ti, hermano.

Ante sus palabras, él intentó desesperadamente pensar en una manera de responderle pero simplemente no pudo, y dejó escapar un suspiro, incluso dejó los ojos en blanco mientras intentaba controlar su interior. Finalmente dejó escapar otro gran suspiro, y decidió ser simplemente honesto con ella... y desesperado

—...No...— Respondió en pequeños gemidos —...No realmente...

—¿Entonces por qué tratarme peor que a un perro? Se supone que me quieres, soy la madre de tu hijo.

Ante sus palabras, él colocó la cabeza contra su vientre mientras dejaba escapar un pequeño gemido, intentaba desesperadamente controlarse e incluso dejó escapar un pequeño gemido al recordar que ella estaba en lo cierto

—...porqué...tengo miedo..— Dejó escapar, con un tono desesperado y desesperado

—¿Miedo?—por un momento Rhaenyra olvido todo, que estaba cautiva, que Aegon era un usurpador e incluso las heridas de su hijo, por un momento solo vio a un niño asustado. Aparto el pensamiento, aunque Aegon se comportaba como un niño era un hombre, uno monstruoso—¿De qué tienes miedo?—le costaba no ver al bebé cachetón que alguna vez fue cuando actuaba así.

Ante sus palabras, Aegon se sentía cada vez mas desesperado, e incluso intentó desesperadamente controlar la emoción que crecía dentro de él, controlar el nudo en su garganta . Al final, dejó escapar otra pequeña risa torcida mientras intentaba hablar, pero dejó la cabeza contra su vientre.

—...De perder... Todo... de nuevo...— Respondió en pequeños gemidos mientras dejaba escapar otro pequeño gemido. Observo a Rhaenyra, encadenada de brazos y piernas, como un sacrificio para él, se acercó a la polea y soltó el agarre de las cadenas, permitiéndole sentarse y poner distancia entre los dos.

—No puedes perder algo que no fue tuyo en primer lugar,—lo reprendió ella—Aegon, todo lo que tienes, esa corona, el trono, incluso esta habitaciones, todo es robado, todo lo robaste.

En este punto, Aegon se sentía mas y mas desesperado, e incluso se sentía cada vez mas avergonzado. Cerró los ojos mientras intentaba desesperadamente detener las emociones que luchaban en su interior, y dejó de nuevo la cabeza contra su vientre a la vez que intentaba desesperadamente calmarse.

—...Yo sé que te perdí a ti...— Dejó escapar, con una pequeña y desesperada voz.
Rhaenyra se humedeció sus labios, debía aprovechar la oportunidad.

—Tal vez no me has perdido, no todavía.

Ante sus palabras, Aegon se sobresaltó ligeramente y levantó la cabeza, mirándola con cierto deje de desesperación, casi con miedo a lo que escucharía ella.

—...¿Qué... qué quieres decir?— Respondió él finalmente.


—Digo...que debemos mantenernos unidos por este bebé por nacer y...—miro hacia la lujosa cuna, preparada para estar cerca de la cama, trato de imaginarse a Aegon levantándose a mitad de la noche a cuidar del bebé, no pudo hacerlo, no confiaba en él como padre, no después de ver como trataba a sus otros hijos, pero sería una tonta si no aprovechaba su vulnerabilidad—quiero decir, que si prometes dejar de torturar a mis hijos y ser bueno con todos ellos tal vez...tal vez no me pierdas—contuvo una mueca, esas palabras la hicieron casi querer vomitar—oh—antes de que pudiera contenerse su boca estaba llena de un horrible sabor—suéltame—le ordeno cubriéndose torpemente los labios.

Ante sus palabras, Aegon miró hacia abajo mientras dejaba escapar otro pequeño gemido. Él la había visto intentar desesperadamente evitarlo, e incluso intentó pensar en un modo de responder. Permaneció en silencio por algunos momentos mas mientras a un estaba en silencio, sin mirarla todavía, pero luego finalmente la miró a los ojos sin mas.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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La Danza de los Corazones DurmientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora