«No. Tal vez no es así. Tal vez los errores de una persona favorecen a otra. Tal vez las caídas sólo sirven para tomar aire, y seguir corriendo. Para sanar heridas. Para que esperes a que llegue alguien... y te enseñe cómo amar otra vez.»
Porque inc...
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Capítulo XIII
Tomar decisiones
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No cabe duda de que la humanidad puede ser un poco complicada en ciertos aspectos.
Demasiado, no nos engañemos.
La felicidad siempre debe ser prioridad para unas personas, mientras que para otras, hay factores y cosas en contra. Podríamos resumir ésto sólo en dos bandos: soñadores contra realistas. También analíticos versus sentimentales, existen muchos eufemismos, pero todos llevan a la misma idea.
Personas que anteponen su familia.
Personas que anteponen sus sentimientos.
Daishinkan se consideraba entre la categoría uno y estaba perfectamente orgulloso de eso. Apenas hasta entonces: nuevas circunstancias.
Después de esa noche, había vuelto a casa y casi actuado en modo automático. Incapaz de dormir después, todavía pensando sus argumentos para justificar tanta estupidez al día siguiente. Pero no fue necesario, porque Miko pareció evitarlo como si tuviera pulgas, limitándose sólo en charlas con Meerus y Cus. Ignorando sus saludos y presencia categóricamente: por eso decidió que debía tener algo de espacio e intentó dos días después, pero ella tampoco quiso acercarse, huyendo directo a su automóvil sin dirigirle ni media palabra.
¿El problema?
Había pasado ya un mes desde ese maldito beso y apenas pudo cruzar un par de palabras con esa profesora que ahora, tampoco era capaz de mirar en su dirección con candidez. Ninguna sonrisa, y mucho menos chistes terribles. Evadiendo cada oportunidad que tenía para hablarle.
No sólo había perdido una buena amiga, también todo el respeto que ella le pudo haber dedicado.
Cuando Meerus preguntaba por ella, respondía la primera excusa que tuviera en mente.
El problema con las personas mágicas es que se involucran tanto en nuestra vida, que si huyen de pronto, encuentras un vacío inesperado. Uno que no sabes cómo llenar; tanto asombro un día hizo que soltara lo que había pasado con naturalidad, frente a la persona que menos debía.
