Capítulo XIX

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Capítulo XIX

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Capítulo XIX

Míos pero nuestros

En todo el mundo, no existe mejor sensación que sentirse dentro del ambiente correcto

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En todo el mundo, no existe mejor sensación que sentirse dentro del ambiente correcto. Aceptado, cómodo y acogido sin problemas.

Porque a pesar de todo, el ser humano es un ente sociable por naturaleza, sin importar raza, género biológico ni tampoco personalidad. A todos suele gustarnos ser escuchados, queridos, y sobre todo comprendidos por las personas que amamos. En aspectos como el respeto también importa tener perspectiva: no puedes exigir algo que no das, no es correcto que des algo que no recibes. Como la balanza, vaya, mantener un equilibrio.

Últimamente, Miko sentía que estaba recibiendo incluso más de lo que podía dar. Personas como mágicas que habían entrado a su vida de repente y habían puesto absolutamente todo de cabeza.

Pues Daishinkan Ángeluz era una de las mejores cosas que le habían sucedido en mucho tiempo, de modo que no quería estropearlo.

Almorzar en casa fue toda una tarea. Agregando sillas extra a la mesa ya que eran varios tanto de tíos como sobrinos y la misma familia: al menos unas catorce personas, número bastante extenso a su parecer, incluyéndose ella misma. Con Seth, Syrah, Cabernet, Emily... también los tres hijos de ésta última pareja; Mojito, Sour y Marcarita. Algo un poquito curioso ya que ni siquiera los Hendren eran tantos, entonces era un ambiente nuevo por determinados momentos.

La mayoría hablaba poniéndose al corriente con diferentes temas y tampoco sabía si tenía que ir e intervenir en alguna conversación, así que sólo estaba callada. Comiendo despacio y mirando el suelo bajo el comedor mientras ordenaba alguna de sus muchas ideas.

Que dilema.

Daishinkan estaba a su diestra, y parecía notar la incomodidad que latía en ella, porque tampoco le había escuchado hablar.

Se distrajo cuando vió una pálida mano celeste acercarse a sus piernas con cuidado.

—¿Te pasa algo?—preguntó el mayor, con ciertos tonos de preocupación que le hicieron bajar toda su defensa—. Extraño a la mujer que habla hasta por los codos, es raro verte callada.

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