Capítulo XL

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Capítulo XL

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Capítulo XL

Un poco de claridad

Daishinkan nunca se había calificado como una persona perfecta

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Daishinkan nunca se había calificado como una persona perfecta.

Se había caído, seguro muchas más veces de las que podía recordar. De la bicicleta, caminando, e incluso por las escaleras cuando tenía ocho años pero eso no pasó a mayores: se había declarado a una niña de su salón cuando tenía once años y no conforme con rechazarlo públicamente, ella lo había humillado frente a todos sus compañeritos al decir las razones de ese rechazo. Había hecho el ridículo en fiestas, reprobado exámenes un par de veces, caído en las bromas sucias de Tapion, creído en Santa Claus porque su madre le había asegurado que existía. Había lamido una piedra sólo porque Cabernet le convenció de que hacer eso le concedería un deseo.

No era perfecto, era humano, cometía errores.

Pero desde que se había convertido en padre, de alguna manera fue madurando. Claro, era joven e inexperto debido a la edad que tenía cuando Cus nació... pero desde ese día comenzó una especie de metamorfosis. Todo lo que conocía cambió de forma súbita: sus aficiones, sus prioridades. Sus horarios mutaban constantemente, entre apenas dormir cuando eran bebés, a quedarse dormido e ignorar la marcha del día en ciertos momentos.

Sus hijos eran el mayor motivo para seguir y aún así, también lo volvían loco de vez en cuando.

Más o menos como en ese momento: corriendo a través de la calle tras estacionarse, aunque un coche pudiera atravesarse y dejarlo como tortilla mal aplastada en medio de aquel camino. Tenía claramente mayores preocupaciones que perder su vida... nótese el sarcasmo, por favor.

Entró al edificio y subió al apartamento que tan bien conocía desde meses atrás, deteniéndose frente a la puerta antes de tocar el timbre.

¿Realmente estaba listo para ese momento?

Ni siquiera lo pensó dos veces y por fin presionó el pequeño botón grisáceo que había en la pared conjunta: varias veces, por si las dudas.

—¿Se puede saber quién diablos toca con tanta insistencia?—una chica de cabellos miel abrió y se quedó callada al verlo, levantando las cejas un breve segundo después—. Oh, demonios. Tú no.

Teach Me How To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora