Capítulo XXII

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Capítulo XXII

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Capítulo XXII

Como una familia

Respecto a su vida personal, Cus Ángeluz nunca tuvo demasiadas expectativas

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Respecto a su vida personal, Cus Ángeluz nunca tuvo demasiadas expectativas.

Su infancia había sido extraña, sin escatimar: un periodo de tiempo donde sucedieron demasiadas cosas y de naturaleza bastante turbulenta para la edad que tenía entonces; primero el abandono de su madre, luego la partida de su abuela y encima lidiar con un pequeño periodo en el que su padre se mostró deprimido, tras divorciarse. Agregando que debía mantener buenas calificaciones, cuidar también de sus hermanitos, incluso cuando uno de éstos era apenas un bebecito que necesitaba atención de mayor nivel. Una guerra, sin dudas.

Todo eso culminó en un curso reprobado, un ataque de ansiedad frente a su propio progenitor en una edad bastante temprana, y lo que fueron al menos unos seis-siete meses con el psicólogo aprendiendo a ponerse como prioridad. Que estaba bien cuidar de sus hermanitos, pero no hacerla de su segunda madre.

Un proceso de sanación en todas sus letras.

Después de eso, Daishinkan evitaba darle tantas responsabilidades, quizá hasta la dejaba en total libertad; intentando hacerse cargo del hogar y de todos ellos, sin descuidar el trabajo, ni su familia en la otra ciudad, tampoco sus propias aficiones como ser individual. Ese primer año sin su madre fue una locura, pero supieron adaptarse al pasar de los días, hasta conseguir un equilibrio.

Ahora, casi cinco años después, todo parecía en su sitio. Completamente sencillo, pero tanto que algunas veces no era capaz de creerlo. Como ese mismo día, el presente.

Las vacaciones habían empezado por la mañana y ahora, su casa lucía... diferente. Empezando de nueva cuenta, por las quejas de Meerus sobre no ver a Morgan y sus amigos durante muchísimos días. Whiss y Vados gritando «mi libertad», Korn callado pero feliz. Eso era lo normal; lo que ahora estaba viendo era totalmente distinto. Pues toda su familia estaba en la cocina.

Cuando digo toda, es toda.

Podía ver a Meerus platicando animadamente de cualquier cosa con la maestra Hendren, quien se dedicaba a mezclar dentro de un platón mientras el resto estaba preparando algunos moldes para hacer pastelitos con el decorado que querían. Su propio padre abrazado a esa mujer, riéndose ante ciertos comentarios que hacían sus mellizos con ella. La radio encendida en alguna estación cuya música fuera infantil, todos felices y bromeando, excepto ella inmersa en su asombro.

Teach Me How To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora