«No. Tal vez no es así. Tal vez los errores de una persona favorecen a otra. Tal vez las caídas sólo sirven para tomar aire, y seguir corriendo. Para sanar heridas. Para que esperes a que llegue alguien... y te enseñe cómo amar otra vez.»
Porque inc...
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Capítulo XII
Nunca debió pasar
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Muchas cosas en la vida necesitan explicación.
El universo, la Tierra, las leyes físicas, gravedad y fenómenos naturales. Los científicos siempre se han estado matando en mil investigaciones para explicar cómo funciona nuestro mundo, porque el hombre desea saber absolutamente todo gracias a su arrogancia. Algunos más que otros.
La ignorancia es felicidad, dijo un sabio.
Pero, así como algunas cosas merecen tener una respuesta, otras no. Situaciones determinadas en momentos determinados, esos que simplemente suceden y no necesitas entender. Sean buenos, o magníficamente terribles. Sobre todo si entramos en planos más sentimentales: sobre esa química que nace entre dos personas muy distintas de un instante a otro, pero que sientes como si hubiera existido desde siempre. Algo casi magnético.
Las coincidencias no existen, y hay personas que deben encontrarse en el momento justo. Sin darle a nadie explicaciones, dudas, planes. La realidad es que algunas cuantas veces, el destino se pone terco para jugar con nosotros y nuestra vida.
Como dije antes, personas mágicas. Esas que se proponen dejar tu vida completamente de cabeza sin tregua, entrar y patear todos los sentimientos negativos fuera. Personas que llegan de pronto y sólo estallan en luz, iluminando oscuridades que antes parecían abismos sin salida.
Porque incluso después de la noche más oscura, siempre aguarda un nuevo y brillante amanecer.
Ah, tal vez ya me puse poética.
Pero a todos nos conviene un momento cursi de vez en cuando, ¿no es cierto? La vida sería triste sin cursilerías ni algunos clichés.
—¿Color favorito?
—Lila y celeste.—respondió ella, quizá ruborizada cuando el mayor tosió—. No me juzgues. Son mis colores favoritos desde hace mucho.
