Helaena leyó el corto mensaje que había recibido, tomó aire profundamente y, con una amplia sonrisa, dio vueltas sobre su propio eje. Al fin sentía que tenía buenas noticias. Luego de lo que ella consideró un pequeño festejo, se acercó a la chimenea y lanzó la carta al fuego: No dejaría que quede ningún rastro de lo que estaba escrito.
Su madre era bastante evidente, no sabía si era adrede o no, pero se notaba fácilmente cuando había aumentado la seguridad porque dudaba de ella o de Rhaenyra. Así que era probable que ya supiera que le había pedido a su hermana que trajera a Lucerys con ella.
A esa edad ya había entendido que no veía el futuro que tendrían, sino más bien una posibilidad. Sabía que al decirlas en voz alta cambiaba su curso, como cuando le dijo a su madre que su embarazo iba a matarla, también cuando intentaba hacer que se cumplan con exactitud, como cuando empujó a Aegon a que fuera a ver a Visenya. Debía encontrar un equilibrio entre qué hacer y qué no hacer, el día que Aemond perdió su ojo, logró que él tuviera oportunidad de escapar de su cuarto, sin embargo la parte que Visenya moría desangrada jamás sucedió y no sabía por qué. Todavía tenía que aprender a encontrar cuáles tenían que ser sus acciones para que al fin Visenya pudiera morir.
La odiaba con todo su ser, no recordaba haber existido sin hacerlo; desde que tenía memoria quería verla sufrir y morir. Era como si antes de nacer Visenya ya hubiera hecho algo terrible contra ella, algo imperdonable que necesitaba ser pagado.
Fue hasta los aposentos de su padre, tocó la puerta dos veces antes de entrar, sin esperar que él lo dejara pasar.
—Helaena, te he dicho...
—Era urgente —se excusó sin prestar atención a que tanto Daemon como Gwayne estaban en la cama, todavía adormilados. Se sentó en el sofá que les daba la espalda para esperar que se alistaran.
A Gwayne le costaba ponerse el pantalón, estaba tan avergonzado y se intentaba apurar tanto que simplemente nada le salía bien; sólo por esa razón permitió que Daemon lo ayudara. Salió de cuarto ignorando el «Nos vemos en el almuerzo, tío» que Helaena decía únicamente para molestarlo.
—¿Qué es tan urgente? —preguntó aún cambiándose.
—Quería saber qué harías luego del funeral —respondió mirando el fuego de la chimenea.
—¿De quién habrá un funeral? —Consideró que el pantalón y la camisa era más que suficiente, así que descalzo se paró frente a ella.
—De mamá. Quería saber si luego del funeral te quedarías aquí o te irías con Visenya —dijo de manera despreocupada.
—¿Qué va a matarla? ¿Qué viste?
—Éstas semanas van a ser muy estresantes para una mujer embarazada. Y ella siempre tiene que cargar con el peso de solucionar todo. Tal vez si no se hubiera enterado de nada... En fin, ¿vas a irte? Querría que te quedaras, ¿podrías simplemente llevar a Visenya a otro lado y volver? Eso me agradaría.
¿Había visto la muerte de Ali?
No.
¿Había tenido una visión?
Tampoco.
¿Aprovechó haberse dado cuenta que ella estaba embarazada para conseguir lo que quería?
Exactamente.
Quería a su madre lejos para moverse con más tranquilidad y pensó que sabía cómo hacer eso. Para su mala suerte, ese día y los siguientes, Alicent siguió apareciendo en todos los eventos. No comprendía qué hizo mal, pero no dejó que eso hiciera decaer su ánimo.
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PROFECÍA DE SANGRE Y FUEGO
Fanfiction[Primera Parte | Terminada] Daenys estuvo dispuesta a perder su propia identidad por un bien mayor: que la profecía que una bruja le relató en su tiempo a Maegor se cumpliera. Tomó el lugar de Alicent y pasó desapercibida hasta que Daemon llegó a s...