06 | The anti-hero

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06 | El antihéroe

Daishinkan Ángeluz era una persona muy difícil, al menos a su perspectiva. Difícil de comprender y más que nada, de tolerar.

No entendía su persistencia. Sus motivos aún le eran desconocidos, su carácter muy complicado y además, su hermetismo algo hiriente. De todos los hombres que había conocido durante su vida, ese albino era sin lugar a dudas el más insolente de todos; altanero, soberbio, manipulador, quizás con un toque narcisista. Cada vez que cruzaban tres palabras o siquiera respiraban en el mismo lugar, quería lanzarse de un precipicio.

Así de sencillo.

Era el hombre más idiota con el que alguna vez había tenido la suerte de toparse.

Quizá por eso, le desconcertaba tanto que no se pareciera a uno. No tenía ese perfil de típico bad boy cliché que abundaba en películas: de hecho, era todo lo contrario. Nada que ver con tontos de vestimenta absolutamente negra, menos de esos que tenían hábitos destructivos e iban aventando groserías al aire cada vez que abrían la boca. No, era demasiado... diferente. Enigmático, si acaso debía definirlo en una palabra; ahora despertaba su curiosidad como pocas cosas en el mundo, a pesar de conocerlo apenas ayer.

No estaba segura si eso era bueno.

Faltaba ya quince minutos para los ocho. Ahora, el firmamento era un telón oscuro, salpicado con un puñado de estrellas apenas visibles debido a la contaminación lumínica; habían entrado a uno de varios tantos restaurantes que tenía la zona y aunque terminó de comer muy pronto, él todavía continuaba en ello. Echando algunos vistazos, de vez en cuando, a la pantalla de su móvil.

Parecía esperar algo.

Cuando se dió cuenta que no se moverían de ahí tan pronto, pidió un batido saborizado y desvió la mayor atención que pudo hacia ese ventanal que tenía cerca, esperándolo hasta terminar. Tomó un rato, pero al fin escuchó el ruido de los cubiertos.

Pudo oírlo suspirar, aparentemente satisfecho al tomar una servilleta de papel y Miko decidió girar la cabeza otra vez, aburrida.

Bastó con escuchar la vibración de su teléfono para ignorarla de nuevo, aunque pareciendo algo desilusionado en cuanto desbloqueó la pantalla y leyó velozmente... lo que sea que dicho mensaje decía. Se veía bastante cansado.

—¿Esperas noticias de alguien?

Asintió, pasándose una mano por el cuello antes de buscar estirarse.

—Normalmente no puedo desaparecer dos días sin que mis familiares se alteren.—información que la hizo mirarlo, desconfiada—. Puede que no lo creas, pero hay gente que se preocupa por mí.

—¿El líder de tu organización criminal, por decir un ejemplo? Sí, eso te lo creo.

Una vez más, Daishinkan contuvo las ganas de hacer una mueca. El tema ya resultaba absurdo a esas alturas, pero le daba gracia su insistencia sacándolo cada tanto.

—Para criminales, creo que mejor debes señalar primero a tu papito.—arrugó la nariz, no estando segura de cómo responder—. ¿Duele, no?

Lo imitó entre dientes, usando un tono agudo que se esfumó tras notar mejor lo que sacaba de sus bolsillos: una cajetilla de cigarros. El encendedor que había visto un par de horas antes, con el logo en forma de pica... ese símbolo tan usado en las cartas de póker. Tan inesperado que no sabía si asombrarse o dejarlo pasar.

Se le quedó viendo cuando sacó un rollito blanco de tabaco y le dió algunos suaves golpecitos a la base, usando el borde de la mesa.

—¿Te molesta el humo?

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