Epílogo | Cuando se acaba la fiesta
Cinco días después, tras análisis y exámenes de todo tipo, Miko recibió el alta médica. Con más de una recomendación sobre la herida, amenaza para cuidarse y súplicas de su madre encima.
En la tarde, podría retirarse a su casa para seguir con su vida. Cosa que le confundía, pues no tenía demasiado claro a dónde regresar, tampoco con quiénes lo haría; su madre parecía cargar mucha culpa, su hermano se había puesto empalagoso en modo extremo... en realidad, los tres Hendren tenían el mundo de cabeza. Con los comentarios de la gente, el apellido siendo mencionado cada tanto en televisión, el inminente juicio de John en semana y media... muchas cosas.
¿Era justo regresar a la mansión? ¿O a la casa de su tía? Ambos lugares guardaban recuerdos algo inquietantes para revivir ahora. Y no se le ocurría ningún otro sitio donde pudieran estar, al menos no uno donde no tuviera malos recuerdos.
Bueno, al menos para ella. Tapion había tenido la gentileza de ofrecer a Shin un espacio en su casa y habiéndose presentado como la pareja formal de éste, también sitio para su madre. Por lo que ellos habían ido por última vez a ese espantoso chalet, sólo para buscar todas sus cosas.
Seguramente venderían la casa.
En ese aspecto, estaba muy orgullosa de que su hermano por fin pudiera ser honesto. Que fuera feliz a su manera, que pudiera gritarle al mundo quién era realmente.
Pero... ¿ahora qué seguía? ¿Para qué había sido hecha? Era la más grande incógnita.
—¿Qué te dijo el doctor?
—Un mes con el yeso, luego un par de semanas más en rehabilitación con un traumatólogo para recuperar la movilidad total de los dedos.—pasó el cordón por su boca, ensimismado—. Brooks se ofreció a pagar el tratamiento como parte de mi seguro médico. Creo que se siente culpable.
Miko asintió, pensativa.
—Pareciera que todos alrededor nuestro cargan con ciertos remordimientos. Hasta he recibido más disculpas que abrazos.
—Las mereces... ya pasará, supongo. Todo está muy reciente por ahora, descubrir cosas puede abrumar a muchos.
Miko ladeó la cabeza cuando tuvo los cordones amarrados. Bufando, en modo gruñona, cuando Daishinkan se levantó y fue directamente hacia la mochila que Kylie había llevado días antes.
—Sabes que puedo vestirme solita, ¿no? Estar convaleciente no es estar lisiada.
—Lo sé, pero déjame hacerlo por ti.—lo miró con los ojos entrecerrados, juzgona—. No arriesgaré más. Tienes una sutura, mujer del demonio, es peligroso hacer cualquier cosa.
—Si tú eres a quien no le sirve una mano.
—Claro, pero por lo menos mi mano no sangra si hago demasiado esfuerzo.—ella hizo una mueca con adorable enfado—. Déjate querer. Anda.
Que remedio. Se resignó a cambiarse con ayuda, de vez en cuando siseando bajito por estirar más los músculos, pero consiguiendo meter bien las piernas en aquellos pantalones. Rememorando ciertas cosas que le hicieron gracia.
Sonrió como tonta.
—¿Ya no te asustas por verme las bragas?
Contrario a lo que esperaba recibir, Daishinkan le respondió con una nalgada juguetona.
—Me alegra decir que ya no son de Pokémon.
Tiró de su cintura, enredando el brazo alrededor suavemente para poder ayudarle a ponerse de pie y Miko se resignó. Incómoda, pero a la vez, inexplicablemente feliz.
ESTÁS LEYENDO
Inocente
FanfictionTodos siempre seremos los protagonistas en nuestra propia historia. Al igual que siempre habrá un villano para vencer y muchos obstáculos en el camino. Pero los cuentos de fantasía nunca pueden mostrarnos toda la verdad... ¿o sí? Es un hecho que la...